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Eric Clapton triunfa en Barcelona con u n blues sin concesiones

19.500 personas llenaron el Sant Jordi en el primer concierto del guitarrista británico

Primera noche triunfal de Eric Clapton en Barcelona. 19.500 personas, según datos facilitados por la organización, se reunieron anoche en el Palau Sant Jordi para asistir a uno de los conciertos más directos y sinceros que han pasado por un macroescenario hispano. en mucho tiempo. "Esta noche tocaremos blues y sólo blues", fueron las primeras palabras del guitarrista británico y las que mejor podríandefink la velada: sólo blues y sencillamente arrasador.

En contra de lo que se había pronosticado, el Palau Sant Jordi prácticamente se llenó. En la noche de hoy para el segundo concierto de Clapton el llenazo será absoluto: desde hace varios días se acabaron las entradas en los puntos de venta, sólo queda un pequeño remanente que la organización pondrá hoy a la venta en las mismas taquillas del recinto olímpico (el precio de estas entradas es de 3.800 pesetas, como las del primer concierto).. Precediendo a Eric Clalpton en su odisea blusera, un bluesman de los de toda la vida calentó al personal confiriéndole a la velada un toque de autenticidad que en realidad no necesitaba. Clarence Gatemouth Brown actuó durante poco más de media hora con el mismo grupo que le acompañó hace unas semanas en La Boite. El violinista, guitarrista, cantante y compositor de Louisiana mezcló, como es habitual en él, el blues más puro con retazos tanto rockeros como cajun o country. Un trallazo que concluyó con el público realmente entusiasmado a un endiablado ritmo zydeco interpretado con el violín.

A las 22.00 horas, en punto, la hora anunciada, el esperado Eric Clapton apareció en el escenario. Sin pompa ni boato, con total sencillez, sonriendo y saludando con la mano. Vistiendo camiseta blanca y armado de una guitarra acústica atacó un tema tradicional para abrir el apetito, Mother less child sonó apabullante en su simplicidad. Le siguieron dos dúos con su guitarrista Andrew Fairweather Low sobre viejos temas de Robert Jhonson cargados del sabor del delta del Mississipí. Poco a poco se fueron incorporado el resto de miembros de la banda mientras desfilaban por el escenario todos los nombres clásicos de la historia del blues revisitados con respeto. Steve Gadd dejó incluso la batería para tocar la tabla de lavar en un alarde casi endomusicológico y Jerry Portrtoy extrajo de su armónica los quejidos más profundos, mientras Clapton pasaba de la guitarra acústica a la eléctrica y el Sant Jordí se llenaba de un ritmo cada vez más potente y contagioso basado única y exclusivamente en el blues sin ninguna apertura a otros estilos, ni siquiera a los propios temas de Clapton. Punto culminante de esa primera parte fue el Hoochie coochie man de Willie Dixon.

Si en el aspecto musical Clapton afrontó un concierto sin concesiones (ni uno solo de sus grandes éxitos en el programa) en el aspecto escénico tampoco pudo ser más parco y, al mismo tiempo, eficaz. Un escenario despojado de todo exceso, simple, en el que sólo las luces jugaban un papel protagonista, y una sonorización de gran lujo con un volumen nada molesto en el que su guitarra sonaba transparente y cristalina.

Clapton sedujo al público de Barcelona con su guitarreo inapelable. Pero el músico no tocó ninguno de sus grandes éxitos. Tras dos horas y cuarto de actuación Clapton se despidió haciéndoso sendos bises de dos temas: Sweet home chicago, y I am not body business.

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