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Reportaje:

La isla de Vitra

Cien cooperativistas de CC OO viven en Valdebernardo rodeados de un mar de cemento y arena

José Manuel Romero

Valdebernardo vive. El barrio que mejor resume el mayor fiasco cooperativista de la historia -PSV, con 27 parcelas para 3.002 pisos, no consiguió poner ni un solo ladrillo- ha recibido a sus primeros vecinos en silencio. Hace un mes, cien familias asociadas a Vitra, cooperativa de CC OO que entregará hasta junio 914 llaves, estrenaron la casa prometida, levantada en una finca que se encaja entre Vicálvaro, Pavones (Moratalaz) y Palomeras (Vallecas).

Vicente Záforas, gerente del Consorcio Urbanístico Valdebernardo -organismo participado por la Comunidad de Madrid y las cooperativas-, cree que lo peor ya ha pasado: "Podría haber sido un barrio maldito si la gran quiebra de la cooperativa PSV hubiera arrastado al resto de socios. Pero, afortunadamente, no ha sido así. Hemos conseguido sobrevivir pese a que algunas constructoras amenazaron con detener las obras de urbanización por impago".

A la nueva ciudad, con vistas a la M-40 y a la carretera de Valencia, proyectada para albergar 6.000 viviendas, pero con tan sólo 1.000 construidas, aún no llegan los autobuses, ni los carteros, ni los repartidores de pan. No hay colegios, ni ambulatorios, ni farmacias, ni bares, ni polideportivos, aunque sobra espacio. Las calles no tienen nombre. Los vecinos recurren a los números de cada parcela para orientarse. El Ayuntamiento todavía no ha puesto las placas.

Aquilino Gabaldón, residente en Valdebernardo y afectado, dice que vive en la avenida de Indalecio Prieto, pero sólo él lo sabe. Cuando tiene que dar su dirección, prefiere el realismo: "Parcela 25, Valdebernardo". Se queja: "Vivimos en un descampado, y eso crea inseguridad. Hay vigilantes en las obras, pero sólo protegen de las vallas hacia dentro". La comunidad de propietarios de la parcela 251 una de las dos fincas habitadas, ha escrito al comisario del barrio de La Estrella (Moratalaz) para reivindicar su cuota de policías. "Algunos han visto patrullas, pero lo ideal sería que llegaran parejas a pie", comenta Gabaldón.

La ilusión del nuevo piso -los más grandes, de 90 metros cuadrados con plaza de aparcamiento, han costado 10,5 millones- no ha conseguido ocultar la desesperación por la falta de servicios. Algunos problemas tienen soluciones comprometidas. Otros tan sólo remitirán con el tiempo, cuando el barrio deje de ser una isla rodeada de cemento y arena por todos lados.

Transportes. Sin vehículo propio, el viaje hasta Valdebernardo es imposible. La estación de metro más próxima, Pavones, queda al otro lado de la M-40. El autobús de la línea 100 deja a más de un kilómetro de las primeras viviendas habitadas. "Este autobús entrará en el barrio de inmediato. Además, el Consorcio de Transportes se ha comprometido a ordenar un servicio especial que comunique el barrio con el metro y, en una tercera fase, acercará la línea 30 de la EMT hasta aquí", explica Záforas. Gabaldón, que se ha reunido con los dirigentes de la EMT, mantiene que los autobuses no llegarán hasta septiembre.

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Colegios. Los hijos de Valdebernardo estudiarán en Vicálvaro o Moratalaz. Sus padres han empezado a buscar plaza en otros barrios porque los colegios previstos junto a sus viviendas aún no han comenzado a construirse. "El primero se abrirá en septiembre de 1996", asegura Záforas. El presidente de Vitra, Antonio Rey, denuncia el retraso: "No es serio que ni el Ayuntamiento ni el Ministerio de Educación se hayan preocupado del tema hasta ahora". Seis parcelas del nuevo barrio se reservaron para el uso educativo, aunque no hay ningún suelo previsto para escuelas infantiles, Ias más necesarias", según Rey.

Correos. Los portales tienen buzones -necesarios para recibir la cédula de habitabilidad-, pero los carteros no los visitan. "Las cartas que nos envían tenemos que recogerlas en la estafeta de Vicálvaro", asegura Gabaldón. Un portavoz de Correos explicó ayer que mientras las calles sigan sin señalizar, el cartero no repartirá. "Nuestra obligación es no entregar cartas que no estén direccionadas. Y para eso, necesitamos un informe del Ayuntamiento comunicándonos que las calles ya tienen nombre".

Comercios. El nuevo barrio no es buen sitio para ir de compras. Los bajos de los edificios de Vitra, reservados para el comercio, permanecen tapiados. "Dentro de un mes venderemos estos locales", anuncia Rey. "Hemos recibido muchas peticiones para instalar bares y farmacias". Todas las multinacionales, de la distribución se han interesado por este barrio, pero las normas impiden abrir allí un hipermercado. "Si se cambian los planes, podremos vender una parcela para este fin", comenta Záforas. De momento, tan sólo han colocado en el mercado dos de las ocho fincas para oficinas y comercios.

Polideportivos. Nada se sabe del polideportivo municipal previsto en Valdebernardo. De momento, los deportistas de la urbanización sólo pueden correr por un amplio pasillo reservado al uso público. El resto del polígono está en obras. "Hemos aprovechado algunos espacios para construir canchas de baloncesto, tenis y fútbol", afirma Záforas.

¿El hospital del Este o una carretera?

El Plan General aprobado por el Partido Popular en el pleno del mes de abril parte en dos el futuro hospital del Este, cuya construcción está prevista desde hace cuatro años en una parcela situada frente a Valdebernardo, entre Vicálvaro y Vallecas. El documento urbanístico con la ciudad del futuro traza una carretera que divide la parcela.

"Se nos fastidió el hospital", concluye Vicente Záforas, gerente del Consorcio Valdebernardo. Este organismo presentará alegaciones contra el proyecto de la carretera para defender el terreno. Desde hace cuatro años, el suelo aguarda las obras del gran equipamiento sanitario que necesita Vallecas para descongestionar el hospital Gregorio Marañón.

No es la única dificultad que han tenido los gestores de Valdebernardo, encargados de urbanizar el terreno y garantizar todos los servicios a las viviendas. La depuración de las aguas residuales del barrio fue un problema hasta hace dos meses. "Aunque el departamento municipal de aguas debía encargarse de la depuración externa del barrio, lo tuvimos que hacer nosotros". El consorcio urbanístico ha gastado 833 millones de pesetas para esconder un enorme colector de tres kilómetros de longitud. "No vamos a recuperar la inversión en dinero, pero sí en suelo", reconoce Záforas. Más dificultades: el puente que iba a construirse sobre la M-40 para facilitar una salida desde el barrio a Moratalaz ha sido paralizado por el Ministerio de Obras Públicas y Transportes, que ha pedido que se amplíe la distancia entre pilar y pilar del paso elevado.

Por si fueran pocos inconvenientes, las obras del Ivima están paradas por algunos desacuerdos por cuestiones de licencias con el Ayuntamiento de Madrid.

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