El cartero no llamó en cuatro años
Un empleado de Correos de Castellón había acumulado cartas sin repartir desde 1990
¿Cómo quieren que clasifique y reparta más de 500 cartas diarias sin nadie que me ayude?". Ismael Victoria Zaragozá, de 32 años, cartero de Traiguera (Castellón) desde hace 11, repetía la pregunta a los inspectores de Correos, que no daban crédito a la escena. A sus pies, en una habitación de la casa de Ismael, estaban acumuladas decenas de sacas con miles de cartas destinadas a los 1.800 vecinos del pueblo. Algunas de ellas estaban fechadas cuatro años antes Ismael se siente responsable de lo ocurrido: "Comprendo que algunos estén enfadados por que han recibido la correspondencia con retraso; bueno, con bastante retraso". La falta se ha saldado de forma contundente. una condena de seis meses de cárcel, el despido, 100.000 pesetas de multa y el desdén de algunos de los suyos. "Me equivoqué al no pedir antes la excedencia. Quise dejarlo todo arreglado antes de irme, pero fue demasiado tarde".Desde que se hizo cargo de la cartería de Traiguera, Ismael se amparó en el apoyo de su madre, Guadalupe, una mujer tenaz y temperamental. "Entre los dos hacíamos todo el trabajo. Ella clasificaba las cartas y yo los certificados. Hasta el día en que se puso enferma". Su madre murió en 1993.
A partir de la enfermedad y posterior muerte de la madre, los problemas de Ismael se multiplicaron. Las cartas comenzaron a amontonarse en la trastienda del negocio familiar, el bar Victory. "Pensé varias veces en pedir la excedencia, pedí ayuda a la central, comencé a quedarme trabajando por la noche sin dormir, pero ni aun así daba abasto, Sólo en una semana me llegaban 2.500 cartas enviadas por las cajas de ahorro", asegura el ya ex cartero. En dos ocasiones solicitó por escrito a sus superiores la contratación de un colaborador, pero no obtuvo respuesta. "Algunos amigos me dijeron que, si le hubiese pegado fuego a todo, nada de esto hubiese pasado. Pero ¿cómo voy a hacer algo así?". Algunos habitantes de Traiguera comenzaron a inquietarse por la visión obstinada de un buzón vacío. Comenzaron a llegar denuncias a Correos y, finalmente, dos inspectores se acercaron a la casa de Ismael el pasado 7 de enero.
La historia de Ismael ha puesto punto final a una larga tradición familiar. Sujabuelo repartió la correspondencia en Traiguera hasta el ocaso de la II República. La guerra civil le llevó a una trinchera y allí perdió la vida. La cartería del pueblo pasé a manos de uno de sus dos hijos, el único varón, hasta que éste fue a su vez reclutado y enviado al frente. "Mi madre se convirtió entonces en la cartera del pueblo, hasta que mi tío regresé y volvió a encargarse del correo". Lo hizo día a día durante 44 años. "Cuando se jubiló", relata, "me llamó para ver si quería el puesto, porque a ninguna de sus tres hijas le interesaba, y así lo hice".
Ismael tenía entonces 21 años. A los cinco había quedado huérfano de padre. Había abandonado los estudios sin terminar el primero de BUP, y se puso a trabajar en una fábrica situada en el término municipal de Benicarló, construyendo embalajes para fruta. Dos años después, la empresa quebró y pasó a cuidar conejos en la granja de un familiar.
"Oye, ¿no tendrás que ir a la cárcel, verdad?", le preguntan ahora algunos vecinos.
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