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Preocupación en el Gobierno por la permisividad e Rabat con los autores de los atentados en Ceuta

El consentimiento, o probablemente el amparo, que ciertas autoridades de Marruecos brindan al supuesto grupo terrorista, por ahora aficionado, que actúa en Ceuta ha causado una honda preocupación en el Gobierno español y en el Cesid (servicio secreto militar). Los hombres del teniente general Emilio Alonso Manglano sospechan en sus informes que alguno de los servicios marroquíes está detrás de los dos recientes "petardazos", mientras los diplomáticos se preguntan qué mensaje se ha querido así hacer llegar al Gobierno español a propósito de las plazas de soberanía.

Al principio fue como una aparición. El grupo se había difuminado hace 20 años y el pasado 10 de abril volvió a resurgir. Ese día, la Redacción en Marruecos del diario saudí As Sharq el Ausat, que se imprime en Casablanca, recibió un fax en el que se asumía la autoría de la voladura, tres días antes, de un coche aparcado cerca de un colegio ceutí. Lo firmaba la Organización del 21 de Agosto para la Liberación de los Territorios Marroquíes Usurpados.Este grupo se había desvanecido en 1975, tras el éxito de la Marcha Verde, que permitió a Hassan II adueñarse del Sáhara español. Resurgía ahora, dos décadas después. Para la comunidad española en Marruecos la sorpresa fue mayúscula, pero nadie se la tomó muy en serio. No en balde la Delegación del Gobierno en Ceuta descartó "cualquier intencionalidad de índole terrorista" en la explosión, y la atribuyó a un ajuste de cuentas entre pequeños traficantes de droga.

Al día siguiente de la publicación de la revindicación en el periódico saudí, un texto parecido llegó por correo a la Embajada de España en Rabat. En él, la organización no se atribuía ninguna acción concreta, pero denunciaba "los intentos del colonialismo español de otorgar la autonomía a Ceuta y Melilla y condenaba rotundamente el contenido del acuerdo de Schengen", que, según ellos, ancla un poco más a ambas ciudades en el ordenamiento jurídico europeo.

Anunciaba que "golpeará con toda su fuerza y con todos los medios las instalaciones vitales en las ciudades ocupadas de Ceuta y Melilla y en las islas vecinas", y advertía en términos velados a los ciudadanos de la Unión Europea que no viajen a ambas plazas de soberanía. En el mundillo diplomático español en Rabat las cosas se empezaron a tomar más en serio.

Al día siguiente de que Regase esta misiva a la embajada, un segundo artefacto estalló, el 18 de abril, en un automóvil estacionado en una, rampa de bajada al puerto de Ceuta. La Delegación del Gobierno informó esta vez que un cortocircuito provocó la explosión. La explicación pareció poco creíble. Acabó además de desmentirla un nuevo comunicado de la organización enviado el 22 de abril a As Sharq el Ausat y en el que se aseguraba que el atentado causó algunos heridos.

Esta vez los teléfonos están al rojo vivo entre la Embajada de España en Rabat y el Ministerio de Asuntos Exteriores español. El Cesid, que ya cuenta en Marruecos con su mayor despliegue en el exterior, despacha una delegación del otro lado del Estrecho.

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Las autoridades marroquíes afirman ignorarlo todo sobre esa organización. "Desconocemos a ese grupo", declaró el 21 de abril, en su tradicional rueda de prensa, el ministro y portavoz del Ejecutivo, Mulay Pris. "Aunque la. postura del Gobierno sobre Ceuta y Melilla es conocida" agregó.

En un país tan controlado como Marruecos no se envían faxes desde teletiendas ni se hacen declaraciones a los diarios sin, por lo menos, contar con el beneplácito de alguno de los numerosos servicios de seguridad. De ahí que los expertos españoles especulen ahora sobre cuál de los servicios secretos de Marruecos tolera o incluso fomenta estos petardazos, y a qué nivel, en la jerarquía del reino, son conocidas sus actividades.

Los diplomáticos se preguntan, por su. parte, qué mensaje han querido hacer llegar al Gobierno español los inductores de estos "bombazos', y si habrá otros en los próximos días.

La hipótesis que más se baraja en los círculos diplomáticos españoles es que los dos "sustos" provocados en Ceuta constituyen una vía adicional para intentar forzar a España a abrir un diálogo con Marruecos sobre sus enclaves en territorio africano tras haber tomado una iniciativa los estatutos de autonomía que supone un revés para los intereses marroquíes.

Mohamed Abdu: "Los jóvenes nos empujan"

Mohamed Abdu no debe temer ser detenido o interrogado por la policía marroquí a causa de los atentados que reivindica. Por Casablanca o por Rabat, el presidente de la Organización del 21 de Agosto se, fundada hace 22 años, pasea como Pedro por su casa. El 24 de abril se presentó en la Redacción rabatí del diario saudí As Sharq el Ausat.Iba correctamente vestido, explicó el redactor que le atendió, hablaba árabe con acento popular y dijo tener 49 años y ser padre de cinco hijos. Nació en Gulimina, en la zona colindante con el Sáhara, estudió en Settat e interrumpió sus estudios para participar en la Marcha Verde en 1975 y repartir octavillas en las "ciudades expoliadas". Después acabó trabajando en una empresa de exportación-importación en Casablanca.

En la sede del diario explicó por qué su grupo pasó de distribuir, a finales del año pasado, octavillas en Ceuta Y Melilla contra la colonización española a dar un salto cualitativo en su lucha. "Fue debido a las presiones de los jóvenes de las dos ciudades", recalcó. "Los jóvenes han expresado su rechazo a la colonización española, y son ellos la columna vertebral de nuestra organización, aunque sus padres no lo saben".

Tras su creación, la Organización repartió a mediados de los setenta pasquines antiespañoles, y poco después se produjeron en Ceuta algunos pequeños atentados nunca reivindicados y de los que los medios de comunicación españoles apenas se hicieron eco a causa de la censura franquista.

El éxito cosechado en el Sáhara incitó a Abdu a parar su actividad con relación a ese territorio, y ahora, 20 años después, anuncia que la retoma para dedicarse a "las dos ciudades". ¿Por qué? A la oferta del rey Hassan II de crear una célula de reflexión hispano-marroquí sobre el porvenir de ambos enclaves, España ha contestado, lamenta, "con una política secreta para intentar cambiar el punto de vista de los marroquíes [en las dos ciudades], y logró eso, en cierto modo, con los viejos y los grandes comerciantes", pero no con los jóvenes que aborrecen el colonialismo.

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