La o
A veces las conjunciones son muy suyas. La escritura o la vida, de Jorge Semprún, y ésa o puede ser disyuntiva, pero también expresar equivalencia, incluso amenaza: la bolsa o la vida. ¿Escribir no es necesario, vivir sí? ¿Vivir no es necesario, escribir sí? Lo cierto es que el bello libro de Jorge Semprún Maura (al que le brindo el reencuentro con sus dos apellidos, sin la o en medio) me parece de obligada lectura, desde el valor literario que se le supone y que tiene, pero también desde la oferta de esa necesaria materia prima que es la memoria personal con respecto al coro de la historia o (otra vez la o) desde la memoria inserta en el coro de lo histórico.La utilización del ritmo paralelístico por parte de Semprún tiene algo de pedagogía coral respaldada por una cultura cinematográfica: el instante queda como una foto fija mientras se recuerda y cuando se vuelve, el instante es una o, una conjunción polisémica que ha cambiado mientras el sujeto vivía el pasado. ¿Y el futuro? Estamos en una Europa que recuerda Buchenwald desde la contemporaneidad de un pueblo francés que ha dado un 20% de sus votos a la extrema derecha y de una Italia que empuja a los posfascistas a ser la principal y más coherente formación política de la derecha, y no hay Estado que no utilice la doble verdad, la doble moral, la doble memoria y la doble contabilidad.
A través de esa espléndida trilogía: El largo viaje, Ayer domingo y La escritura o la vida, Semprún completa su particular bolero sentimental. "Se vive solamente una vez / hay que aprender a querer y a vivir... -, dicen los mejores boleros que replantean todas las posibilidades de las conjunciones especulativas. Querer o vivir. En el crepúsculo de su aprendizaje, Semprún ha introducido una vez más la o entre memoria y esperanza.
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