Impaciencia mortal

Circular por las vías suburbanas M-30, M-40 y en general por los accesos a las grandes urbes (de ahí lo de suburbanas) es muy arriesgado y peligroso. Coches que aparecen por la derecha, otros por la izquierda, cambios de carril, y todo este jaleo frecuentemente a 130 kilómetros por hora o más.El 15 de abril tres muertos en la M-30; y en esta misma vía 23 muertos en el 94, 29 en el 93; en la M-40, 10 en el 94, y 30 en el 93 (números aproximados de memoria). El 4 de febrero un pique entre conductores terminó a navajazos... Hay que poner remedio como sea. Ya que los responsables del tráfico, municipales y, estatales, al parecer, no han dicho cómo, lo diré yo:

Hay que extirpar la impaciencia que se nos mete en la sangre a los automovilistas en cuanto nos ponemos al volante. No basta con una mera enunciación de principios, hay que precisar más. Para, arrancar de cuajo la impaciencia automovilística y acabar del todo con ella se. me ocurren varios procedimientos. Diré tres, que bien seguidos debieran ser eficaces antídotos contra la impaciencia.

1. Limitación de la velocidad a 80 kilómetros por hora. No es exagerado. En Estados Unidos la limitación en autopistas libres, interurbanas, sin accesos al tronco es de 55 millas, algo menos de 90 kilómetros por hora y con coches más grandes y robustos que los nuestros. Los responsables del tráfico, a los que por cierto apenas se les ve, saben cómo conseguir esta limitación.

2. Mantener la distancia de seguridad 64 metros para el valor de 80 kilómetros por hora.

3. He dejado para el final el más sutil: ceder el paso a otro automóvil que está cambiando de carril para buscar su salida o por otra razón. Ceder el paso supone levantar el pie del acelerador un par de segundos, en vez de pisarlo más para acelerar tal como se percibe por el retrovisor.

Si en un recorrido habitual se cede el paso unas quince veces, que ya es, el automovilista no impaciente habrá tardado sólo 30 segundos más, medio minuto. Que con todo ese jaleo no se produzcan más accidentes indica que los conductores no son malos, basta con que se arranquen la impaciencia.-