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LA BATALLA DE MADRID

La capital rezagada

PP, PSOE e IU justifican y disculpan el bajo tono de sus candidatos a la primera alcaldía de España

Javier Casqueiro

José María Álvarez del Manzano (PP), Juan Barranco (PSOE) y Paco Herrera (IU) ya se vieron las caras en los carteles electorales de los comicios municipales de 1991. Ganó el primero. Ahora se repite el menú. En mayo, los tres rescatarán experiencias, pero el escenario será aún más complicado para los aspirantes. Desde entonces el PP ha ganado todas las elecciones convocadas y ha agigantado su diferencia de votos, respecto a la suma de las otras dos formaciones, de 47.000 a más de 212.000 en las europeas de 1994.La capital de España se preparaba entonces para asumir su tercer puesto en los acontecimientos españoles de 1992. Ahora, su relevancia ha sido relegada todavía más en el escalafón de las grandes urbes españolas.

En cuatro años de Gobierno y seis de influencia, el PP ha originado un solo debate urbanístico de trascendencia para la ciudad: la transformación de la plaza de Oriente. Algo que nadie, ni los atascos, había reclamado. El resto se ha perdido con los adornos y en fardar de austeridad en el gasto de papeles o minutas telefónicas. Es más, ha esperado a dos meses antes de las elecciones para dejar empantanada, para la próxima corporación, su filosofia de ciudad con un nuevo Plan General de Ordenación Urbana por desentrañar.

Políticamente, ninguno de los tres candidatos es una figura de su partido. Ni siquiera les consideran los más idóneos para el cargo. Son y han sido cuestionados. Alvarez del Manzano, tras 22 años en la política municipal, no desaprovechó su oportunidad cuando murió Agustín Rodríguez Sahagún (CDS). Ahora, a sus 57 años y pese a que nadie en el PP presume de su gestión, es insustituible... hasta que pierda. En el PP son conscientes de que no han instalado un laboratorio de su prometida política nacional en Madrid, pero también de que disponen de todas las papeletas para consolidar la actual mayoría absoluta.

Jugar para perder

Barranco, de 47 años, también recogió su cosecha cuando falleció Enrique Tierno Galván en 1986. Aguantó el bastón hasta la moción de censura de 1989 y luego ha tenido que batallar para que no le movieran la silla en su partido en varias ocasiones. La última intentona la han impulsado en este proceso electoral los renovadores que Joaquín Leguina encabeza en Madrid. Pretendían desembarcar en la Casa de la Villa a un independiente de renombre o uno de los ministros con mejor imagen de Felipe González. Entienden que "ganar Madrid supondría mucho más que vencer en la capital de España" por el efecto multiplicador de esa victoria en el resto del territorio. En un alarde de sinceridad, Barranco ha, reconocido que, al final, no le han apartado porque nadie en el PSOE se ha atrevido a competir con sus bazas y con muchas posibilidades de perder.

Sobre Herrera, de 45 años, pesa perennemente la apabullante sombra de Cristina Almeida. En el PSOE y en la dirección de IU se constata que la abogada feminista se ha labrado una buena imagen hasta en votantes de derechas. Pero es a alternativa, ya descartada, acarreaba varios problemas. Uno, descabalgar a una persona "que se ha currado bien el Ayuntamiento muchos años". Otro, que al aparato de la coalición no le agrada la opción Almeida de manera unánime. La propia Almeida rechazó la oferta porque quiere regresar en el futuro como diputada al Congreso.

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Herrera lo ve así: "La relevancia la debe otorgar la eficacia del trabajo desarrollado y me llama la atención la demanda general existente hacia políticos que actúan como maniquíes de escaparate".

Herrera, además, defiende su escasa estrella con un ataque cuando se menciona el bajo tono general de los tres candidatos: "No se pueden comparar situaciones presentes con pasadas porque la idea que se tiene ahora de Tierno no la tenían los periodistas en 1979". Además, echa incluso un capote a sus compañeros de penitencia: "Álvarez del Manzano es alcalde y ganó las elecciones por mayoría absoluta y las va a ratificar. Yo le critico que no es eficaz para Madrid, ¿pero qué más le pueden pedir en su partido? Barranco es senador y ha sido alcalde. ¿Qué más relevancia puede tener? Otra cosa pueden ser sus limitaciones y que no tiene un Tamames detrás".

Los tres candidatos, por tanto, han llegado al liderazgo tras trabajar muchos años como segundos de verdaderos primeros espadas. Esa capacidad de aguante les ha conferido personalidad de corredores de fondo.

Los tres amenazaron en algún momento a sus partidos con no ir en las listas si les presentaban de segundos de otras figuras de mayor relumbrón como en algún momento se pretendió. Al final, no ha sido así. La corporación se dispone a vivir una pugna electoral conocida, con las cartas muy sobadas y con la perspectiva de repetir cuatro años más una gestión anodina.Ya no es catapultaEl Ayuntamiento, además, ha dejado de ser vivero de políticos con futuro para convertirse en un cementerio de caras repetidas del que huye hacia arriba sólo el que puede, como sucedió en este mandato con Enrique Curiel.

Aquellas históricas primeras corporaciones con el viejo profesor Tierno Galván (PSOE), Alonso Puerta, José Barrionuevo, Joaquín Leguina, Eduardo Mangada (PCE), José Luis Martín Palacín, Ramón Tamames, Cristina Almeida, Isabel Vilallonga, José Luis Álvarez (AP), Ruiz Gallardón, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón o Javier Tusell (UCD), ya no existen.

Esas deslumbrantes alineaciones, que irrumpieron en una democracia virgen, no florecen por generación espontánea. Ésa es la teoría, ni más ni menos, de Enrique Tierno Pérez-Relaño, hijo del viejo profesor y novato en las lides políticas a sus 49 años. Tierno, que ahora arropa al que fuera escudero de su padre, Barranco, como número dos del PSOE, opina que esa pérdida de categoría es una prueba más de que el sistema se normaliza: "Llevamos ya casi 20 años de democracia y ahora hay más escenas para los políticos, pero entonces todos se estrenaban en los ayuntamientos y el de Madrid fue una catapulta".

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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