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LA SUCESIÓN DE MITTERRAND

El candidato socialista gana por sorpresa la primera vuelta

El primer ministro, Balladur, reconoce su derrota y llama a votar a Chirac para vencer a Jospin el 7 de mayo

Enric González

Francia aún cree en la izquierda. Lionel Jospin, el candidato socialista, dio ayer la gran sorpresa en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, adelantándose a sus dos grandes rivales de la derecha, los gaullistas Jacques Chirac y Édouard Balladur. Jospin, con algo más M 23% de los votos, se opondrá en la segunda vuelta a Chirac, a quien los sondeos prometían la victoria pero recibió de las urnas poco más del 20%. El 7 de mayo deparará, pues, un clásico choque entre izquierda y derecha, aunque el resultado final dependerá de hacia quién se decanten unas formaciones minoritarias que, como el ultraderechista Frente Nacional, nunca habían sido tan fuertes. El malestar social de los franceses se tradujo en un numeroso voto de protesta. Y el gran derrotado fue Balladur. El primer ministro asumió su derrota hacia las nueve de la noche y, triste, pero muy dignamente, pidió el voto para el que había sido su rival.

"Yo votaré por Chirac", dijo, "y os pido que hagáis lo mismo". El primer ministro mandó callar enérgicamente a quienes silbaban toda mención a Chirac, y agregó: "No quiero, y vosotros tampoco, que nos suceda lo mismo que en 1981 y 1988". En ambas ocasiones, François Mitterrand obtuvo la victoria.Buena parte del electorado de izquierda apostó por el voto útil. Aún sin estar satisfecho con el pasado reciente del Partido Socialista, decidió colocar a Jospin en la segunda vuelta. Los sondeos, que dibujaban el fantasma de un duelo conservador entre Chirac y Balladur para el 7 de mayo, contribuyeron sin duda a una movilización de última hora en favor del candidato socialista. "Los franceses han querido mantener a la izquierda en el mapa político, y yo, como ciudadano, me alegro mucho: es un signo de salud de nuestra democracia", comentó Jacques Delors, presidente del comité de apoyo, a Jospin. Como muchas veces antes, el veredicto de las urnas fue distinto al de las encuestas.

Jospin, que hizo campaña contracorriente, que empezó más tarde que los demás, que careció del apoyo incondicional del partido, que sólo recibió una desdeñosa condescendencia de François Mitterrand y que resistió, a diferencia de sus rivales conservadores, la tentación de la demagogia, se convirtió en el gran vencedor. Fue un éxito personal, con el que asumió una indiscutible autoridad moral sobre el conjunto de la izquierda francesa.

Esperanza y frialdad

"Hemos sentado las bases para la esperanza", afirmó Jospin en su sede, ante un auditorio entusiasta y aún sorprendido por la victoria. Los barones socialistas, como el primer secretario, Henri Emmanuelli, y el ex primer ministro Laurent Fabius, comparecieron en televisión para proclamar su fe en la victoria final": quedaron aparcadas, al menos temporalmente, las pequeñas zancadillas con que complicaron la vida a Jospin durante la primera campana. François Mitterrand no hizo comentarios sobre el éxito del candidato al que había votado. La frialdad entre el presidente y quien aspira a sucederle bajo la misma bandera, la socialista, quedó reflejada en el escueto mensaje difundido por un portavoz del Elíseo: una simple frase sobre la "satisfacción" producida por el resultado.

Jospin lanzará hoy mismo su campaña para la segunda vuelta, con un nuevo lema: "Jospin, el presidente del auténtico cambio". La estrategia consistirá en arrebatar la bandera del cambio á Chirac, y calificarle de conservador y continuista.

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Aunque el equilibrio de fuerzas derecha-izquierda parece favorecer a Chirac, el candidato gaullista no lo tendrá fácil en la segunda vuelta. Porque, al contrario que en la izquierda, en la derecha no se advirtió apenas el voto útil. Y Chirac deberá lidiar con un Frente Nacional crecido gracias al voto de protesta, cuyo líder, Jean Marie Le Pen, venderá caro su apoyo. "No daré consigna de voto hasta el 1 de mayo", anunció el dirigente ultraderechista.

El liberal Alain Madelin, uno de los puntales de la candidatura chiraquista, afirmó qué no habría negociación con el FN: "No cambiaremos nuestro programa ni mendigaremos sus votos", dijo Madelin, quien agregó acto seguido: "Dicho esto, creo que debemos escuchar la voz de todos los electores, y aunque no tengo nada que decir a Le Pen, soy sensible a las fracturas sociales y a los problemas de la gente sencilla que le ha votado". Chirac, por su parte, hizo una breve declaración en la que, aún abatido por su resultado, y tras agradecer el apoyo de Balladur, convocó a "todos los patriotas deseosos de un auténtico cambio, de libertad y de justicia" a que se sumaran a su causa.

Atomización del voto

En el bando de Balladur no hubo vacilaciones, y todos los ministros y dirigentes políticos que respaldaban al primer ministro le secundaron a la hora de sumarse, tras la derrota, al bando del alcalde de París. "A Chirac no ha de faltarle un solo voto", proclamó Nicolas Sarkozy, ministro del Presupuesto y, hasta ayer, portavoz de la candidatura balladurista. Los votos de Chirac y Balladur en la primera vuelta suman más del 40%. Una buena base para el optimismo de la derecha, pese al susto de ayer. Las proyecciones sobre los resultados, con menos credibilidad que nunca, auguraban anoche una victoria de Chirac sobre Jospin, 57-43, en la segunda vuelta.

En realidad, la atomización del voto dejó completamente abierto el resultado para el próximo 7 de mayo. Nunca en la V República los dos ganadores de la primera vuelta habían obtenido tan pocos votos, ni habían dependido tanto del apoyo de los eliminados. En 1981, Mitterrand quedó segundo (luego venció en la segunda vuelta) con un 25,8% de los votos. En 1988, Mitterrand reunió un 34,8% ya en la primera votación.

La atomización favoreció, además de a la ultraderecha, a la candidatura comunista. El secretario general del PCF, Robert Hue, tenía motivos para sentirse satisfecho. En la redacción del diario del partido, L' Humanité, se celebró una fiesta. Hue había superado con holgura la cota alcanzada en 1988 por el candidato de entonces, Antoine Lajoinie, y había conseguido frenar la tendencia al declive mantenida por los comunistas durante la última década. "Pensaremos unos días y el miércoles nos reuniremos para decidir nuestro voto en la según da vuelta", anunció Hue.

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