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Las ruinas dividen a los vecinos

Antonio Jiménez Barca

A la calle también ha llegado la polémica sobre si muralla sí, muralla no, aparcamiento sí o aparcamiento no. Los vecinos de la plaza de Oriente y sus alrededores se muestran divididos sobre si debe primar en el barrio el aparcamiento subterráneo que el Ayuntamiento piensa construir o, de confirmarse el hallazgo, la muralla cristiana del siglo XIIAlgunos residentes -como Fernando Anitúa, de 29 años, vecino de la plaza de Ramales, situada cerca de la plaza de Oriente- piensan que lo mejor que se puede hacer con la hipotética muralla es desmontarla y trasladarla. "No tiene sentido tenerla aquí; ha estado enterrada mucho tiempo, ¿no? Pues nada, que se la lleven a un museo; hacen falta aparcamientos en el barrio. ¿Qué quieren que hagamos? ¿Que se levanten todas las calles del barrio, a ver si se encuentran más trozos?", cuenta Anitúa, a quien le ha tocado una de las futuras plazas del aparcamiento.

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"Aquí hay una mayoría de casas antiguas que no cuentan con aparcamientos subterráneos, y eso sí que es un problema", explica Anitúa.

Silvia Fernández, de 31 años, aunque no ha optado a ninguna de las plazas de los aparcamientos, es de la misma opinión: el mejor futuro posible para la muralla es la sala de un museo.

Isabel Cid, de 27 años, también vecina del barrio, que ayer tomaba el sol junto a su hija en la plaza de Oriente, opina que lo primero que hay que hacer es evaluar la importancia de lo que se vaya encontrando en las excavaciones. "Si estos hallazgos son únicos, deberían conservarse en el sitio", cuenta Cid, quien, a pesar de todo, coincide con el resto del vecindario en resaltar los problemas de aparcamiento en el barrio. "Mi marido se pasa diariamente más de veinte minutos buscando un sitio libre" explica.

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Más pequeño

Amalia García, de 65 años, y su hijo, Carlos García, no estaban de acuerdo con las obras del aparcamiento desde el principio. La razón, el precio de las plazas. "Y ahora, si hay muralla, pues que lo hagan mas pequeño", añaden.

A favor a ultranza del aparcamiento, con o sin muralla, está José Castaledo, de 40 años, que vive justo en la plaza de Oriente. "Si hay muralla, que se desmonte y se lleve a otro lado; el aparcamiento es necesario", decía ayer.

De igual opinión es Alfonso Pérez, de 20 años. "No se desmontó y se trajo desde Egipto el templo de Debod? Pues que se haga lo mismo con la muralla" cuenta. Y también a favor de las obras está Manuel Fernández, portero de una finca situada cerca de la plaza, que dice: "Lo mejor es que sigan con el aparcamiento aunque encuentren un tesoro; ayer mismo vino por aquí la grúa y dio un buen rapapolvo".

Entre los que piensan que la hipotética muralla debe quedarse donde está se encuentra Antonio Regalado, de 55 años. "Tiene que prevalecer la muralla sobre el aparcamiento, por dos cosas: primero, porque una muralla cristiana es más importante que cualquier aparcamiento, y segundo, porque un aparcamiento no disuade a la gente de que deje el coche; es al contrario: cuantos más aparcamientos, más coches; cuando abran el teatro de la ópera vendrán más coches aquí" cuenta Regalado, que siempre usa el transporte público. "Yo conozco a artistas de la zona y, junto a gente, de aquí que también tiene conciencia del barrio porque ha vivido mucho tiempo en la zona, sé que están en contra del aparcamiento", dice.

Emilio Arribas, de 29 años, también lo tiene claro; "Prefiero la muralla al aparcamiento; siempre será mejor que se vea una muralla a que vengan coches, ¿no?".

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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