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Las 'familias' del PSOE piden a González un cambio de Gobierno tras las elecciones

El presidente del Gobierno, Felipe González, va a escuchar de dirigentes del PSOE de los más dispares sectores la sugerencia de que cambie el Gobierno tras las elecciones municipales. Esta opinión es generalizada con independencia de los resultados de dichos comicios. La medida sería un gesto que serviría a González para afrontar el resto de la legislatura si mantiene su intención de agotarla, como dice el presidente en privado. Las opiniones más cualificadas sitúan el cambio de ministros entre el próximo otoño y el invierno.

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Un cambio más superficial que profundo

Los dirigentes consultados no creen que González sustituya al vicepresidente del Ejecutivo, Narcís Serra, o que nombre a un segundo vicepresidente como le han sugerido en privado algunas personas de su entorno. Además de que González considera que Serra cumple una labor importante, no encuentra a un candidato cuya ascensión no fuera interpretada como la apertura del debate de la sucesión, hipótesis que quiere evitar a toda costa. González comenzó a oír sugerencias de cambio de Gobierno hace ya dos meses, de interlocutores que pretendían que la formalizara antes del comienzo de la campaña electoral, el 12 de mayo, por la influencia positiva que pudiera tener en ella.

La corriente de opinión más extendida defiende la posterga ción del cambio de Ejecutivo para después de las elecciones municipales de mayo, como una carta a jugar por González tras la previsible caída electoral del PSOE y la consiguiente presión en favor de unas elecciones anticipadas procedente de la oposición. Algunas opiniones abogan también porque González cambie el Gobierno para enero de 1996, una vez que termine el semestre de la presiden cia española comunitaria.

El problema que se le plantea a González ante la crisis del Gobierno es que no puede ser profunda. No está dispuesto a sacrificar a su vicepresideníte ni tampoco a los otros dos ministros más significavos, el de Exteriores, Javier Solana, que va a adquirir un gran protagonismo con la presidencia comunitaria española, ni al de Justicia e Interior, Juan Alberto Belloch, empeñado en continuar la limpieza en estamentos policiales y constituido en la mejor coraza el presidente.

Serra, además, ha dejado de, convertirse en el blanco preferido del sector guerrista del PSOE. En el comité federal socialista de hace res semanas algunos dirigentes estaban dispuestos a decir que Serra o era una coraza suficiente para González en los momentos difíciles, pero no lo hicieron para no ofrecer una imagen de desunión.

Se limitaron a señalar que hay "serios fallos de coordinación" no sólo entre Gobierno y partido sino en el propio gabinete. Hubo un surtido de ejemplos sobre las distintas opiniones de los ministros económicos sobre un mismo asunto, así como el episodio protagonizado por el ministro para las Administraciones Públicas, Jerónimo Saavedra, con el anteproyecto de ley del Gobierno.

Personas del entorno del presidente del Ejecutivo reconocen que Serra no ha cumplido todas las tareas que le encomendó González cuando le nombró vicepresidente. La coordinación con el partido no la consiguió ni tampoco el abrazo del grupo parlamentario. Pero no es menos cierto que hace ya tiempo que Serra dejó de ser un aspirante a suceder a González en la candidatura a la presidencia del Gobierno.

Lo que González valora en Serra son sus tareas de apoyo. No hay un solo proyecto o iniciativa de todo el Gobierno que Serra no conozca, no haya estudiado y no haya tocado con sus propias aportaciones, reconocen sus críticos. También delega González en él las negociaciones conflictivas, siempre secretas o, al menos, discretas, ya sea con los sindicatos, con la patronal o con la Conferencia Episcopal.

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