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Johnson inclina la balanza

El Olympiakos ganó en el choque entre los equipos griegos

El Madrid ya tiene rival para la final. El Olympiakos volvió a derrotar por segundo año consecutivo a su mas encarnizado rival y disputará al equipo madridista el máximo galardón continental. Fueron justos vencedores de un choque tan nervioso como lo estaban sus respectivas aficiones, pues contaron con el hombre decisivo: Eddie Johnson. Fue su partido un modelo de pulcritud baloncestística, apareciendo siempre en el momento justo y llevando en volandas a sus compañeros.Son Panathinaikos y Olympiakos dos equipos de estructura parecida. Cuentan cada uno con una estrella in discutible, Paspalj y Eddie Johnson, respectivamente, que aportan puntos y decisión ofensiva. Su andamiaje defensivo se sustenta en el poder reboteador y de intimidación de Vrankovic, por un lado, y de Fassoulas, por otro, pero ninguna de sus fortalezas defensivas es de hormigón armado. Y en sus plantillas residen veteranos con más lustre que constan cia en el esfuerzo, como Iannakis para los atenienses y Volkov para los del Pireo. Ante tanta similitud, no es de extrañar que el encuentro se desarrollase de forma igualada y que la decisión llegase de la mano de los detalles.

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El más importante fue atisbar cómo estaba claro que Johnson iba a salir ven cedor de su choque particular con Paspalj. Son dos jugadores que cuentan con poco en común, salvo el talento natural para lograr lo que a otros les cuesta ímprobos esfuerzos: meter canastas. El norteamericano, con mil batallas NBA a sus espaldas, es una anguila moviéndose entre el tráfico pesado que supone la cercanía del aro. Doblando el espinazo, cuando parece que se va a romper en dos, sale de una pantalla con el tiempo suficiente para armar el brazo y sembrar el terror. Paspalj es de otra escuela. Más fuerte físicamente, acapara balón y es un maestro en el arte del uno contra uno con espacio para maniobrar. Ambos asumieron la responsabilidad ofensiva de su equipo, pero mientras el norteamericano fue agrandándose paulatinamente, el montenegrino fue en sentido contrario.

Su duelo marcó el partido, aunque curiosamente, la gloria del último lanzamiento no correspondió a ninguno de estos dos hombres. Fue Tomic el encargado de conseguir el triple que remató brillantemente la faena de Eddie Johnson cuando el marcador mostraba su cara más indecisa (52-53 para el Panathinaikos, minuto 39).

La final está servida. Y los nombres propios también. Una vez desembarazado del Limoges de Young, al Madrid de Sabonis le espera el Olympiakos de Eddie Johnson. Que se preparen Santos, Cargol y compañía.

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