Sobre Vivant Denon
Para aviso de confiados, y a despecho de que creo que lo que escribe Ramón de España (Babelia, 25 de marzo) merece la pena cuando habla de cosas que conoce, quisiera precisar un par de cosas en relación a su despreocupado, mal informado y locuelo comentario sobre Point de lendemain, novela corta de Vivant Denon en la que Kuridera se ha inspirado parcialmente para escribir La lentitud.
Que un periodista tenga un enfoque estilístico un poco "viva la Virgen" cuando escribe, no debería hacemos pensar que aquello de lo que habla pertenezca al mismo territorio mental de despendole festivo. Ni hay dudas actualmente sobre la autoría de Point de lendemain (la obra figura en la Bibliotèque de La Pléiade desde 1965, atribuida a Denon, claro está, y desde 1880 nadie que sepa algo del asunto ha puesto en duda tal atribución), ni Denon se tomó copas con Robespierre (se limitó a sobrevivir cuando el terror acababa con propios y extraños, y si salvó el pellejo fue gracias a un amigo, el pintor Jacques-Louis David), ni trabajó exactamente para Napoleón en lo que Ramón de España le atribuye, sino más bien como una especie de asesor estético y director del Louvre. Por lo que respecta a la afirmación de que se dedicó "básicamente a perseguir mujeres", podría ahorrarme el comentario, pero recordaré que hay una distinción de grado entre "perseguir a" y "gustar a" (Anatole France, que es la fuente citada en el texto, deja clara la diferencia). '
Si Kundera se ha ocupado de Point de lendemain, no es por primera vez. Ya lo hizo, aunque de pasada, en El arte de la novela. Por lo demás, no es el descubridor: Louis Malle, en 1958, rodó Les amants, basándose libremente en el texto en cuestión. Y Roberto Calasso lo editó hace seis años en Italia. En cuanto a la afirmación sumaria de que lo único que Vivant Denon ha dejado a la posteridad es Point de lendemain, cabe mucho que decir, como que tal vez dejó también un par de libros más (que se han reeditado en Francia en los últimos 10 años) y varias muestras de su faceta de promotor artístico (aún tangibles en la fisonomía de París).
Es sabido que pontificar sobre lo que la mayoría desconoce sale gratis. El sentido común, sin embargo, le dice a uno que hablar de algo de lo que se supone que casi nadie sabe nada no debería ser motivo para no tomarse las cosas con un poco de rigor, habida cuenta de que el rigor y la ironía no tienen por qué estar reñidos, y que otra cosa es la frivolidad.-
Traductor y escritor.
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