Las cuatro leyes básicas
Se han disputado hasta la fecha siete finales a cuatro. Suficientes para sacar unas cuantas conclusiones. Teniendo en cuenta la historia, éstas son cuatro conclusiones que se han repetido entre aquellos que han logrado el título.La garantía yugoslava. Salvo en la primera edición (1988), celebrada en Gante (Bélgica), que ganó el Tracer de Milán de Meneghin, D'Antoni, Ricky Brown y Bob Mac Adoo, es condición primordial de todo campeón contar, bien sea en la cancha, bien sea en el banquillo, con un ex yugoslavo. Cuatro títulos de sus conjuntos (tres para la Jugoplastica, uno para el Partizán) y otros dos de equipos dirigidos por Maljkovic (Limoges) y Obradovic (Joventut) confirman su incuestionable liderazgo europeo. Este año, todos cumplen con esa condición.
Con 71 puntos, campeón seguro. También con la excepción de 1988 (90-84 para el Tracer ante el Maccabi), 71 puntos anotados en la final aseguran el título. Incluso, dada la tendencia de los últimos años, puede que con menos. La Jugoplastica encadenó su tricampeonato con 75, 72 y 70 puntos en el choque definitivo.
Partizán lo consiguió con 71, el Limoges lo bajó a 59, igual guarismo que el del Joventut el año pasado. Entre los perdedores, el Joventut de la edición de 1992 presenta la mejor tarjeta, con 70 puntos ante el Partizan.
El maleficio de los equipos caseros. Ningún equipo ha logrado alzarse con el título cuando se ha disputado la final a cuatro en su país. El Barcelona, en Zaragoza (1990), fue el que estuvo más cerca de conseguirlo.
Los griegos no triunfan. Aris (1988, 1989 y 1990), Paok (1993), Olympiakos (1994) y Panathinaikos (1994) lo han intentado. Todos intentos fallidos. Gallis, Yiannakis o Fassoulas se han estrellado una y otra vez contra esta competición para ellos maldita. Este año repiten Olympiakos y Panathinaikos, lo que por lo menos asegura una plaza griega en la final aragonesa.
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