Recorridos iniciaticos
Estoy intentando "acostumbrarme a la M-40, porque a veces es muy útil para ir de un sitio a otro. En realidad, sirve para eso. Lo que me pasa ahora con la M40 es lo que me sucedía, el principio de su existencia, con la M-30: que aunque había sido diseñada para tardar menos, yo tardaba más, porque me extraviaba en sus carriles y pasaban horas antes de que lograra dar con la salida verdadera. El problema, por lo general, no estaba en la vía de circunvalación, sino en mi cabeza: no jugué de niño lo suficiente a la oca o al parchís y progreso mal por cualquier realidad dividida en compartimentos estancos. Ya he señalado alguna vez que estas vías están diseñadas de acuerdo al mismo patrón que esos entretenimientos familiares, de ahí que dentro de ellas se defiendan mejor los que hayan tenido en su casa una maleta de juegos reunidos Geyper.Dicen los especialistas en asuntos esotéricos que esos juegos, el parchís y la oca, constituyen en realidad ceremonias iniciáticas. Por lo visto, las dificultades que uno encuentra para alcanzar la casilla última simbolizan los tropiezos de la vida y preparan al jugador para hacerles frente con entereza. Los dados, seguramente, representan el azar, el capricho, la casualidad con que la existencia nos acaricia o nos golpea. Dicen que Romaní, el de Banesto, cuando le metieron en la cárcel, jugaba todo el rato al parchís; quizá intentaba comprender lo que le había sucedido. A veces, en la vida, te sale un seis cuando tiras los dados, pero resulta que ese seis te conduce a la cárcel, como en la oca, y luego tienes que estar tres veces sin tirar. En la M-30, al principio, nos pasaba eso, que era como si nos hubiera tocado el seis, porque te metías en ella por la avenida de América y en un santiamén te plantabas en O'Donnell. Eso decían las instrucciones; la realidad es que a veces te pasabas la tarde dando vueltas, porque no te ponías a tiempo a la derecha. O sea, que se trataba de una vía de circunvalación iniciática, ya que después de haberte perdido en ella comprendías mejor lo que de aleatorio e incidental hay en la existencia. Por eso decíamos que era polivalente, porque a pesar de haber sido construida para un fin servía para otros.
Ahora la M-30 es un scalextric comparada con la M-40. Es más, la M-30 ha perdido todo su valor iniciático, porque si decides salir de ella por O'Donnell, sales por O'Donnell; si por Pirámides, por Pirámides. O sea, que sales por donde te da la gana, excepto en las raras ocasiones en las que, por accidente, vas a dar al tanatorio, qué le vamos a hacer: el tanatorio es el único punto de la M-30 al que puedes, acceder por cualquiera de sus salidas; basta con que tomes la curva a más de cien.
Así que la M-40 también es iniciática y polivalente. Yo estoy investigando ahora el tramo que va de la plaza de Castilla a Boadilla del Monte. Pasas por lugares estremecedores, como los recintos feriales y Mercamadrid. La zona de Mercamadrid es muy inquietante; cualquier día me animo a salir por ahí y les cuento lo que he visto. A la altura de Leganés hay un cementerio muy grande, pero lo importante no es el cementerio, lo importante es que si vas en dirección a Boadilla al atardecer, con el sol en el horizonte, te das cuenta de que el mundo es un lugar inhóspito. No es que los colores de esa puesta de sol sean especialmente repugnantes, aunque también (parecen el resultado de una enfermedad), sino que te da la impresión de haber llegado a la frontera misma de la desdicha. Hay una desolación excesiva en esa puesta de sol. Después de haberla contemplado desde el coche, igual que después de haber jugado al juego de la oca, ya no eres el mismo. ¿Qué será de nosotros cuando acaben de construir la M-50?
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