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Madrid: más seguro que la cárcel

Madrid es el lugar más seguro del mundo. No existe en el globo un solo punto donde alguien pueda sentir su pellejo más a salvo que aquí. La prueba está en que al caer la noche, la vida de un hombre corre más riesgo en la celda de una prisión cerrada, sin tránsito en la galería, sin posibilidad de que alguien entre o salga, que en nuestras calles. Esta teoría echa por tierra la petición insistente de nuestro alcalde de reforzar las calles con mayor número de policías y, también, termina con la polémica de instalar en las esquinas aparatos de vídeo que controlen a los viandantes. Todas esas medidas deben aplicarse en la cárcel, que es donde realmente corre riesgo la vida de un ser humano. Esto, claro está, según la opinión de un juez.Uno de los inconvenientes de Madrid es que está construido hacia arriba, por lo que los madrileños viven unos encima de otros, revueltos, mezclados, frotándose, el rico con el pobre, el lumpen con el yuppy, el fumador con el no fumador, la maciza con el reprimido, el juez con el chorizo, el bocazas que se ha hecho rico gracias a su falta de escrúpulos con el que le sufre y que, debido a esta proximidad, encima le tiene que escuchar por la televisión, la radio, la calle. Todo este batiburrillo produce la impresión de ingobernabilidad porque el anonimato en el que viven los ciudadanos de Madrid favorece la impunidad y es proclive a la violencia y el caos, coordenadas en las que el delincuente se encuentra como pez en el agua. Pero esto es sólo una impresión, no tiene que ver con la realidad. ¿Por qué?. No lo sé.

Uno podría pensar que buscando un lugar recóndito lejos del mundanal ruido, lejos del agresivo entorno de la gran urbe, y a salvo de la exposición directa del abismo de riqueza que separa a unos ciudadanos de otros y que vemos todos los días en las calles y semáforos de nuestra ciudad, lejos de todo eso, uno podría sentirse seguro.

Parecería que uno estaría más seguro en medio del campo, en un paraje recóndito lejos del mundanal bullicio. Craso error. ¿Acaso esos retiros bucólicos no están llenos de escalopendras y tijeretas que pertuban nuestro sueño? ¿No es más cierto que ' en esos lugares de ensueño estamos expuestos a los cambios meteorológicos estacionales, con el consiguiente riesgo de contraer tabardillos, aires y rilores? ¿Y qué decir de los países del Caribe, con millones de especies de insectos aún desconocidos para la ciencia? ¿Quién sobrevive a un alud? ¿Hace falta recordar Pompeya?

Caemos en el error de identificar el nivel de seguridad ciudadana con el número de puñaladas que reciben los madrileños por año, ignorando que la naturaleza, con sus inclemencias biológicas y atmosféricas, causa graves y variadas patologías.

En Madrid, señores, gracias a su inhabitabilidad, han desaparecido, no ya los osos y sus respectivos madroños, sino las moscas. Ya no hay moscas en Madrid. Con ellas también han desaparecido un sinfín de agentes patógenos que vulneraban nuestra salud.

Una vez aclarado por qué Madrid es más segura que el campo, vamos a explicar por qué es más segura que la cárcel.

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En primer lugar, la cárcel es un microcosmos con características exclusivas, tanto de flora como de fauna y dista mucho de poseer esa condición de inhabitabilidad para los bichos.

Una vez entendido este nivel primario de seguridad, estamos en disposición de entender otro más sutil, invisible, pero no por ello menos traumático. Como todos sabemos, el hombre se compone de cuerpo y alma o, si lo prefieren, de chasis y psique. Pues bien, para la cuestión de la psique viene muy mal el aislamiento, la soledad, la segregación, la marginación, la consideración de ciudadano de serie B... Y todas estas circunstancias se dan en la cárcel. Los reclusos no tiene unas vivencias tan gratificantes como los ciudadanos de la calle. Todo ello genera una patología especial que puede llegar a convertir a estos individuos en seres peligrosos para los demás y para sí mismos.

Conclusión: uno está mejor en la calle que en la cárcel. Y también más seguro.

Lo malo es que si un juez llega a la conclusión de que la cárcel no es un lugar seguro para los condenados, ¿con qué criterio sigue encerrando gente cuando la pena se reduce a una privación de libertad?. Como es de suponer que no hay dinero por medio, será que le interesa más proteger la vida de unos que la de otros.

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