La corriente
En la acera hay un bulto que palpita bajo unos cartones. A ras de este vagabundo pasan dos señoras enjoyadas: mi hija, dice una, no quiere estudiar y se ha puesto a limpiar coches en una gasolinera. Esperando que se abra el semáforo, un caballero pálido mira al trasluz una radiografía, y en ella aparecen unas manchas entre las blancas costillas: tranquilo, tranquilo, que eso no es un tumor, comenta su mujer con el dedo puesto en la zona oscura de la placa. Unos jóvenes abordan a los transeúntes junto a una mesa petitoria: piden una firma para los drogadictos, o tal vez para el sida, o tal vez para los refugiados de Burundi. En la farmacia, una niña de 15 años lee el resultado de unas pruebas con expresión de gran alegría: ya te dije que no estabas embarazada, exclama su amiga, que es más joven todavía. Hay una cola frente a la sucursal de un banco: esta gente un poco devastada por la edad irá a cobrar alguna pensión, algún subsidio. Ahora mismo, mi nieto es el único que trabaja de recadero y además está haciendo un curso de informática, comenta uno de esos jubilados bordeando una manta en el suelo donde una búlgara vende pañuelos y brazaletes. Mientras atraviesa el paso de cebra, un tipo encorbatado habla por el teléfono móvil: óyeme bien, tío, de los 50 millones, por lo menos 20 tienen que ser en negro. En el otro lado de la acera, una pareja de adolescentes se magrea con toda la furia, y en ese momento cruza una furgoneta con megáfono gritando: señora, señora, a 200 pesetas la docena de rosas. En la ventanilla del autobús se ve a una jovencita estudiando unos apuntes. Durante este trayecto por el centro - de la ciudad, llevado por el río de la gente, he escuchado estos diálogos fragmentados: el máster de mi hijo, la pensión no me da para nada, la vidente me ha asegurado que lo mío se va a resolver, he perdido dinero en los fondos de inversión de renta fija, no me aguanto de lo ' gorda que estoy, no tengo dinero para ir al dentista. En medio de esta corriente de la- vida no he oído el nombre de un solo político.
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