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El padre 'Putas'

Ustedes me perdonarán el título, pero con él me refiero a una venerable costumbre de la culta ciudad de Salamanca, que me fue relatada por sabios clérigos de tres órdenes religiosas' en un Seminario de la Fundación Duques de Soria sobre la historia del pensamiento de la Escuela Española del Derecho Natural. Lo respetable de la fuente absuelve lo castizo de la expresión.La costumbre salmantina me vino a las mientes porque la Comisión Europea ha alcanzado un acuerdo que protege la industria del cine y la televisión europeas de parte de la contaminación cultural procedente de los EE UU y América Latina. La Comisión va a proponer el texto de una directiva a la UE por la que, durante 10 años, se obligaría a los canales de televisión y las salas de cine a que el 51% del material que proyecten sea de origen europeo. El objetivo es permitir que Europa cree y consolide una industria audiovisual capaz de resistir los embates de las series detectivescas de Los Ángeles y los culebrones venezolanos y brasileiros.

La base legal para este sistema de contingentes se encuentra en el Tratado de Maastricht que añadió al de Roma un artículo 128 por el que la Comunidad "si fuera necesario, apoyará y completará la acción de los Estados Miembros... en la creación artística y literaria, incluido el sector audiovisual". A ello se añade la excepción al libre comercio conseguido por la UE en la Ronda Uruguay del GATT para la industria audiovisual.

Gracias a Dios, el proyecto nada dice sobre el contenido europeo de lo retransmitido por satélite ni lo vendido en forma de vídeos, discos láser, CDRom, Internet y otras rendijas tecnológicas. También es de agradecer que la relativa abstinencia haya de durar sólo 10 años y que sea algo más leve para los canales de dibujos animados y de documentales.

Hasta que Franco decretó el cierre de las casas de mala nota en todo el territorio español, el comercio de la carne, ustedes me entienden, estaba reglado ordenadamente por las autoridades municipales y espirituales. Llegada la cuaresma, y para protección espiritual de los universitarios y visitantes de la ciudad de Salamanca, esas señoras eran transportadas a la otra orilla del Tormes, donde habían de permanecer hasta el lunes de Pascua. Llegado ese día, que por eso se llama aún "lunes. de aguas" en la Atenas española, eran traídas profesionalmente en barcas de su lugar de retiro y, acompañadas por el sacerdote cuyo título no repetiré por honestidad, se les permitía reintegrarse al barrio chino.

Con la misma emocionante intención espiritual, la Comisión propone un período de 10 años de semi-carnestolendas para la protección de la cultura europea. La pregunta que me hago es por qué no florece la industria audiovisual en estos pagos. Un íntimo conocedor del Boletín Oficial me dice que en Europa la ley prohibe que los directores, guionistas y actores cedan contractual y definitivamente sus derechos de autor. Mantienen mientras vivan, y sus familias durante otros 50 años, el cobro de sus porcentajes, lo que complica gravemente la explotación de las producciones. Detrás de la protección oficial de la cultura se esconde siempre, no tanto el amor de lo bello, sino la defensa de oligopolios. Al final periclitan porque no hay quien ponga puertas al satélite, excepto en Irán, donde persiguen con saña las antenas parabólicas.

El caso es que, si la Directiva se aprueba, nos libraremos por 10 años y durante la mitad de las cinco horas diarias que los europeos pasamos delante de la caja tonta, de corruptores productos foráneos. Eso puede hacer tanto bien a nuestra cultura como a las almas de los salmantinos el alejamiento de venales señoras al otro lado del Tormes desde el miércoles de ceniza hasta el lunes de aguas.

Así no habrá lugar a que, durante los próximos 10 años de gobierno socialista, piense nadie en imitar de nuevo a los duros de las películas de gángsters americanas, arrancando las uñas de las manos y los pies de los sospechosos y enterrándolos en cal viva.

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