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Reportaje:

De la seta a la pirámide

El Ayuntameinto instala zonas de juegos especiales en los parques infantiles

Irene, cuatro años, divisa de lejos algunos elementos nuevos en la plaza y comienza una carrera, un ir de acá para allá que no cesa hasta bien pasada la hora. Se puede decir que ha conectado perfectamente con lo que el Ayuntamiento llama zona de juegos especiales. Está recién instalada en la proximidad de la plaza de José María Soler; exactamente en el pequeño espacio limitado por las calles Alfonso XIII, Enrique Jardiel Poncela y Santa María Magdalena.Le resulta difícil elegir entre toda clase de artilugios: la estructura para trepar, la caseta con rampa de subida y tobogán de bajada, el mástil, de un metro escaso con eslabones laterales para ascender, el balancín, los columpios y lo que los niños del barrio ya han bautizado como seta, y que, en realidad, se trata de un armazón circular de cuerdas entramadas, soportado por una columna central de alrededor de un metro de altura, y en el que los niños suben para dar vueltas. Se podría decir, enumerados los juegos, que es una más de las 15 instalaciones infantiles de la ciudad y, sin embargo, no es así. Es única.

Estos juegos especiales son instalaciones al aire libre, fabricadas en materiales considerados seguros para los niños, como la madera o el plástico. La mayor parte están más pensados para los niños mayores; por lo que los benjamines siempre necesitan que los aúpen (los escalones son muy altos), les ayuden a descender (el tobogán tiene una pendiente muy marcada) o les bajen de algún sitio al que han trepado y no saben salir. Los más intrépidos, los que nunca requieren apoyo, es fácil que acaben con algún coscorrón.

Una virtud de la recién estrenada instalación reside en que por primera vez se ha separado claramente la zona dedicada a los niños más pequeños, en la que se han extremado las medidas de seguridad: escasas alturas, topes neumáticos en el balancín... Según rezan los carteles, el rectángulo delimitado por la valla de madera está reservado a los menores de ocho años. Los mayores se tienen que conformar con la espectacular pirámide de cuerdas que hay en la misma plaza, fuera del recinto de los peques. El mismo cartel recuerda la prohibición de que entren perros. Prohibición respetada -hasta el momento- o eso parece a tenor de la media docena de bebés que el pasado fin de semana jugaban tranquilamente con la arena, hasta la fecha, limpia. Por su tamaño limitado, el parquecito es fácilmente abarcable con la mirada, es como jugar en el jardín de casa, con más niños y con juegos más divertidos. En definitiva, una delicia para los pequeños y una tranquilidad para los padres, que se muestran encantados con la novedad; salvo algunos temores sobre el correcto mantenimiento de la instalación. En diversas ocasiones, el Ayuntamiento de Madrid se ha expresado sobre el fuerte deterioro que sufren los juegos infantiles, debido, en buena parte, a los actos vandálicos. Con todo, el jefe de Mobiliario Urbano del Ayuntamiento, Rafael Calvo, ha asegurado con la empresa el mantenimiento durante un año. Además, está en proyecto, hacer una contrata de mantenimiento específico para estas instalaciones.

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