Políticos belgas exigen ya abiertamente la dimisión de Claes al frente de la OTAN
Varios políticos belgas pidieron ayer abiertamente la dimisión del secretario general de la Alianza Atlántica, su compatriota Willy Claes, por sus silencios en relación con el escándalo Agusta. Incluso dirigentes de partidos coligados en el Gobierno con el partido socialista flamenco (SP), el de Claes, han pedido su cabeza. Hasta ahora, sólo la prensa, tanto flamenca como francófona, lo había hecho. Los 16 Estados miembros de la OTAN "no le empujarán" a renunciar a su cargo, pero le otorgan implícitamente un plazo, que cumple el próximo 31 de mayo.
La renuncia, el miércoles, del ministro de Exteriores belga, Frank Vandenbroucke, tras reconocer que supo de la existencia de una caja negra en el SP -presuntamente recipiendaria de las comisiones ilegales de Agusta-, volvió a lanzar el ataque a Claes, otro dirigente del partido que sabía y calló.
"Estoy perplejo" de que Claes siga en su puesto de la OTAN, declaró a la radio el presidente del Partido Social Cristiano francófono, Gérard Deprez. "Vandenbroucke dimitió por un asunto en el que ignoro si tuvo responsabilidades, pero constato que Claes no dimite cuando existen muchos elementos que inducen a pensar que tuvo más responsabilidad que Vandenbroucke", añadió.
Es ésta la primera toma de posición de un dirigente cualificado de la coalición gubernamental -los dos partidos democristianos y los dos socialistas de las comunidades flamenca y francófona- exigiendo la renuncia del secretario de la OTAN. Los partidos gobernantes han evitado, hasta ahora, todo gesto que pudiera desembocar en la pérdida de posiciones belgas en organizaciones internacionales. Lo máximo que ha dicho en las últimas semanas el primer ministro, el democristiano Jean Luc Dehaene, es que la más directa responsabilidad en la aprobación de la compra de los 46 helicópteros -por la que Agusta pagó presuntamente unas comisiones ilegales de 200 millones de pesetas- recaía en el entonces ministro de Economía, Claes.
Fuera del área gubernamental, el presidente del partido liberal francófono, Louis Michel, pidió ayer genéricamente en la televisión belga "dimisiones de los políticos afectados". Michel lamentó que el dimisionario Vandenbroucke "no haya ahorrado" un nuevo golpe a la credibilidad de la clase política de su país. Los liberales aspiran a incorporarse a la próxima coalición, sustituyendo a los socialistas, tras las elecciones del próximo 21 de mayo, aunque lo tiene más fácil la rama flamenca que la francófona, puesto que la última oleada del escándalo Agusta afecta directamente al SP.
Menos significativa, pero indicativa del clima abierto de caza a Claes, es la postura de la extrema derecha nacionalista flamenca. Su presidente, Filip Dewinter, clamó ayer que "la única conclusión ahora es que Claes debe renunciar".
Pero al protagonista no parece ilusionarle la idea. Anteayer se mostró dicharachero con los 16 embajadores en una recepción municipal. Ayer acudió normalmente a su despacho, aunque zafándose de los periodistas gráficos.
"En la sede dela OTAN, los Estados miembros no van a empujarle a que dimita", indicaron ayer a este diario fuentes diplomáticas. Por lo menos mientras su actividad interna y las relaciones con terceros países no se vean seriamente afectadas, "lo que de momento no ha sucedido". Pero los mecanismos de autoprotección de Claes se debilitan día a día. Su reciente viaje a EE UU actuó como lenitivo temporal: resultaba impensable una dimisión inmediata a su vuelta, porque habría sido interpretada como una coerción de Washington.
Aznar suspende un viaje
Cada día que pasa -y de su retomo hace ya dos semanas- esa protección pierde eficacia. Y como a perro flaco todo son pulgas, empiezan a menudear las muestras de desafección. El presidente del PP español, José María Aznar, suspendió un viaje a Bruselas -fijado para el pasado día 13- en el que debía visitar al secretario de la OTAN a bombo y platillo.
Los Estados miembros mantienen un consenso general de que su inhibición es una letra con vencimiento fijo: la reunión ministerial del 31 de mayo en Noordwijk, Holanda. "Claes no puede presentarse a esa importante reunión con la prensa y la política belga pisándole los talones y desviando hacia él toda la actualidad de la organización", indicaron dichas fuentes.
Con este plazo implícito, la supervivencia para Claes depende de que no surjan nuevas revelaciones judiciales embarazosas (su antiguo jefe de gabinete, Johan Delangue, sigue en prisión) y de que la política belga no le desautorice en bloque, lo que no ocurre todavía. Es una lucha contrarreloj, pues el clima electoral encona el asunto. Si el secretario general, un auténtico fajador, resiste hasta las elecciones del 21 de mayo, quizá pueda llegar al 31. Pocos apuestan por ello.
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