Farsa

Parece ya más que evidente -al menos en mi modesta opinión que este esperpento de engaños, falsificaciones, policías de pega y países que no existen en que se ha convertido la operación vuelta a casa del señor Roldán no puede haber sido otra cosa distinta que un sofisticadísimo compló -conspiración no, gracias; otra no- destinado a convertir ante la opinión pública al otrora ministro justiciero en el gran tonto orgulloso. Es también evidente que, si aún queda algo parecido a la justicia en nuestro país, personajes como los directores de los diarios Abc y El Mundo serán requeridos algún día, y aunque sea tan sólo a título de recabar información por su condición de colaboradores indudablemente involuntarios, por los encargados de la investigación de tan monumental intento de chantaje -"o lo tomas o lo dejas: lo primero, malo; lo segundo, peor" - al Gobierno del Rey. Intento que ha costado, por lo pronto, además del objetivo inicial ya expuesto, otros resultados añadidos, como la depreciación en un 7% de nuestra entrañable peseta y la inmediata subida en medio punto, por ahora, de nuestros no menos entrañables créditos hipotecarios.Sólo espero -se lo digo como lector de su periódico desde aquel lejano día de la primavera de 1976 en que salió a la luz de la todavía virgen democracia- que, en esta farsa en la que -repito: en mi modesta opinión- la prensa parece haber sido utilizada de forma tan evidente, no haya sido el detonante, la orden de partida por así decir, el Grándola Vila Morena de toda la operación, la publicación por parte de EL PAÍS, la misma víspera del comienzo de actividades, de la reproducción del cuadro de Caravaggio en el que un aún desconocido David sujeta por los pelos la cabeza del biministro Goliat. Júremelo, por favor, señor director. Júreme, por 19 años de insobornable fidelidad, que todo ha sido una coincidencia.-