La falta de control sobre el uso de derivados deja la puerta abierta a nuevas crisis financieras
El colapso del banco británico Barings ha puesto en evidencia el peligro que implica la falta de control en el uso de derivados (instrumentos financieros que permiten a los operadores apostar sobre la dirección futura del precio de una materia prima, el tipo de cambio de una divisa o el índice de un mercado de valores). La finalidad básica de estos instrumentos -futuros y opciones- es la cobertura del riesgo que se puede asumir en una operación, ya sea la compra de un cargamento de petróleo o el pago al cabo de unos meses de una mercancía en una moneda extranjera. Dispuesto a cubrir ese riesgo con una operación de sentido contrario, se encuentra el especulador. Este último, para cubrirse de la posición que ha tomado, a su vez, busca contrapartida vía otro especulador y así sucesivamente.Barings ha desatado de nuevo el debate sobre la falta de control que tienen los propios responsables de las entidades financieras sobre las operaciones que efectúan sus operadores. El caso del joven Nick Leeson es una muestra de ello. Los principales bancos centrales del mundo, agrupados en el Banco de Pagos Internacionales, son partidarios de reclamar una mayor regulación dentro de los propios bancos. Creen necesario solicitar más información a los bancos y firmas financieras que manejan este tipo de contratos.
El boom de estos instrumentos ha coincidido con la globalización, fluidez e internacionalización de, los mercados financieros, un proceso que ha disparado la volatilidad. Así lo afirmaba un informe reciente el Banco de Pagos Internacionales, en Basilea: "Los derivados son la consecuencia y no la causa de la creciente volatilidad en los tipos de interés y de cambio".
La evolución adversa del dólar y de la deuda en Europa a partir de 1994 cogió por sorpresa a muchos operadores que habían apostado por él movimiento contrario. De hecho, ha sido en el último año cuando se han acumulado los casos de pérdidas masivas a causa del uso de estos instrumentos.
Además de Barings, que ha forzado la intervención del banco de negocios más antiguo del Reino Unido, el condado de Orange (California) quebró hace pocos meses y la compañía británica Glaxo y la multinaccional Procter & Gamble, han registrado enormes pérdidas.
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