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Tribuna:EL DEFENSOR DEL LECTOR
Tribuna
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¿Hay que profundizar más la información criminal?

Juan Arias

Hay noticias de tipo criminal, sobre todo si están perpetradas por menores o contra menores, que sacuden de un modo particular a la opinión pública. Por ellas se interesan lógicamente los diarios. Es su obligación. Pero, precisamente porque se trata de un material explosivo, el modo de tratarlas ha preocupado siempre a los informadores. Y por supuesto, a los lectores más responsables.¿Cómo informa este diario sobre dichos temas de gran impacto dramático? Javier Sanz Bronchalo, que se define como "un lector de EL PAÍS desde su fundación", ha acudido al Defensor del Lector precisamente para plantear este problema. Escribe Sanz: "Siempre he notado que, en los casos con víctimas significativas o con criminales muy definidos, la noticia se ha transmitido fijando unos límites informativos muy concretos: comunicados de agencia, información policial y judicial, fuentes que", según el lector, "casi nunca expresan o recogen los condicionantes últimos de los sucesos",. Y recuerda dos casos recientes: la asesina de Granollers y el secuestrador de prostitutas de Vallecas.

El lector echa en falta en dichas informaciones "una exploración periodística que indague con rigor en las circunstancias personales y sociales de los criminales o incluso de las víctimas, y que -sin llegar a caer en el folletín sentimental o estrafalario- refleje las condiciones psicológicas, emocionales, económicas o el entorno social del caso". Advierte que hay ejemplos en otros diarios europeos, y recuerda concretamente una información en el británico The Guardian, en la que se llegaba a investigar sobre la influencia del fracaso escolar en un asesino de mediana edad que llegó a dar muerte a un profesor y a dos alumnos de un colegio. La forma de abordar dicha información llevaba incluso, afirma, "a que el lector se planteara preguntas sobre las debilidades y errores del sistema educativo en la sociedad británica de finales del siglo XX".

Acabar con los estereotipos

Este departamento ha pedido su opinión sobre el problema planteado por el lector a Bernabé Saravia, psicólogo social de la Complutense, experto en el tema de sida y de los transexuales, formado en Estados Unidos, que ha respondido así: "Sin duda, un diario, sobre todo de la envergadura de EL PAÍS, debería estar más atento a contextualizar los casos de gran criminalidad, de manera que el lector pueda situar la noticia y los elementos que han influido en el caso, sobre todo porque hoy", añade, "hay que hacer ver a los lectores que las causas de ciertos crímenes que sacuden la conciencia y la fantasía de la gente son no ya complejos, sino hipercomplejos. Por eso no hay que dar por infalible la explicación clásica de que ciertas patologías límite sean siempre un problema de carencias infantiles. Hay que deshacer el estereotipo de que si alguien violenta o mata es porque en su infancia fue a su vez violado y maltratado, porque hoy todos sabemos que no siempre es así, como he podido constatar experimentalmente ' tratando a transexuales. Las causas pueden ser muy diversas"."Lo ideal sería", según el psicólogo, "que en estos casos límite, de gran impacto, el diario acudiera a expertos que ayudaran al lector a entender la complejidad del problema". Y concluye con una punta de ironía: "Aunque comprendo que está todo tan politizado que los diarios no suelen tener espacio para estas cosas. No digamos, por ejemplo, para analizar los efectos que hoy está produciendo en nuestra sociedad la explosiva mezcla de envidia y resentimiento, un tema más candente de lo que puede parecer a primera vista".

Por su parte, Esther López Chicano, psicóloga clínica del centro Athenea, de Barcelona, miembro de la Sociedad Española de Psicología Analítica, piensa que, "si las secciones de economía, política nacional o internacional cuentan con expertos en dichas materias, ¿por qué no deben hacer los diarios lo mismo cuando se trata de explicar la conducta de los protagonistas de la noticia?".

Y piensa Esther que "es positivo que los lectores no continúen pasivos e indiferentes ante noticias de conductas aberrantes y pidan mayor profundización del caso", porque explica: "Es un principio de salud que las personas no dejen de sorprenderse e inquietarse por ese tipo de hechos", ya que, "ante la contemplación de ciertas violencias, dentro del ser humano se produce un desgarro como si nos rompiéramos internamente. Hay quien se sume en la más absoluta pasividad, hasta el punto de que todo le da igual, y hay quien la usa como revulsivo y reacciona, como este lector, preguntándose por qué suceden esas cosas y cuál es su sentido o su sinsentido".

Aunque, en cuanto a la ayuda que pueden dar los expertos para comprender mejor dichas patologías, Esther es muy prudente: "Hay que evitar la tentación", dice, "de dar respuestas estereotipadas, porque, en el ser humano, nunca uno más uno es igual a dos, ni está sólo hecho de huesos y pulsiones emocionales", por lo que concluye: "El experto va bien, pero sólo si conoce a fondo el caso en cuestión. De lo contrario podrá ofrecer sólo respuestas prefabricadas".

Racionalizar los sentimientos

El filósofo de los sentimientos Carlos Gurméndez coincide también en que en la información sobre los crímenes más desconcertantes que se perpetran en nuestros días "se suele desconocer el nexo entre factores psicológicos y filosóficos, olvidándonos de racionalizar los sentimientos", lo que lleva a la crítica que ya hacían, por ejemplo, Sartre y Piaget, que advertían de que, "cuando la psicología y la filosofía se desarrollan separadas, crean una peligrosa oscuridad interior". Y añade que ya el mismo Albert Camus alertaba para que no se diese por bueno el que esos crímenes que sacuden nuestra conciencia se deben "a lo absurdo de la condición humana". Y todo ello, dice Gurméndez, "debe tenerlo presente el periodista que se enfrenta con la ardua tarea de contar unos dramas del calibre de los que de vez en cuando sorprenden nuestra misma imaginación".¿Qué responden los responsables de la información del diario? El Defensor del Lector ha pedido su parecer a Félix Monteira, actual subdirector de EL PAÍS y que ha sido corresponsal en el extranjero.

"Las preocupaciones expresadas más arriba forman parte de los objetivos de los periodistas, pero la prioridad que han de satisfacer en sus informaciones es reflejar los hechos. Son el interés, el impacto social y las circunstancias de las noticias -y los crímenes, aun desagradables, lo son- los que marcan su profundidad o extensión".

"Muchas veces la respuesta es insuficiente, y las críticas apuntadas encuentran justificación, sobre todo porque no siempre podemos llegar a conocer todos los datos relevantes, ni todas las veces disponemos del espacio necesario. Con todo, nada puede ser publicado sin garantías de Veracidad y contraste suficiente".

"Los crímenes que conmocionan a la sociedad preocupan a nuestro periódico, y en nuestras páginas, de información y de opinión, damos cabida a quienes pueden aportar algo sobre los entresijos o los alrededores de este tipo de hechos. Las informaciones de interés tampoco se agotan en un día. Se pueden citar muchos ejemplos, pero, por ceñirme a los que apunta el lector, sólo pequeñas matizaciones. En los dos casos, no de una sola vez, pero sí a través de informaciones sucesivas, intentamos responder a todas esas exigencias informativas, como es fácil comprobar".

Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector o telefonearle al número 91 / 337 78 36.

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