El arma nuclear en Oriente Próximo
CADA DÍA se agrava la situación en Oriente Próximo: a la suspensión de las negociaciones sobre la retirada de las tropas israelíes de los territorios ocupados, y al cierre de fronteras para la mayoría de trabajadores palestinos que trabajan en Israel, se suma un nuevo conflicto en tomo a la renovación del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), que ha sido suscrito prácticamente por todos los países árabes, pero no por Israel.El hecho grave es que todo el mundo sabe que Israel dispone de cierto número de bombas nucleares. ¿Qué va a pasar ahora cuando, después de la conferencia mundial prevista en el próximo mes de abril, llegue el momento de renovar la firma del TNP? Que Israel haya dicho que no lo firmará no sorprende a nadie, puesto que nunca lo ha hecho. Pero Egipto ha anunciado su decisión de no firmarlo si Israel mantiene su postura.
Esta actitud de Egipto se apoya en una argumentación muy fuerte: si Israel y los países árabes quieren establecer entre ellos una verdadera paz, ¿cómo consentir que uno conserve una baza tan amenazante para la existencia de los otros? En realidad, la existencia de la bomba israelí tenía cierta justificación cuando un país árabe como Irak estaba a punto de disponer del arma nuclear. Ahora ese riesgo ha desaparecido: el armamento de Irak está controlado por la ONU. Pero queda aún el caso de Irán, cuyos avances en materia de armamento nuclear plantean nuevas amenazas en la región. En todo caso, el hecho de que Israel insista en imponer su estatuto excepcional como poseedor del arma atómica es un factor que agudiza las contradicciones con los países árabes y crea una dificultad suplementaria para la paz.
El viaje de Simón Peres a El Cairo en estos días tiene como objetivo, principal abordar, ese tema. Se comprende que Israel pida cierto plazo para modificar su política nuclear. Pero si no está dispuesto en un número de años razonable a renunciar a su arma nuclear, lo más probable es que no sólo Egipto, sino un elevado número de países árabes se nieguen a seguir apoyando el TNP. Lo contrario sería aceptar de hecho el statu quo que se ha creado al margen de la ley, o sea, la posesión por Israel del arma nuclear. La suerte misma del TNP quedaría en entredicho.
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