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'Estorninator' en acción

Huesca instala un robot con apariencia de cazador para intentar echar de la ciudad a los estorninos

Trataron de echarlos con humo y fracasaron. Les provocaron con fuegos artificiales y tampoco lo consiguieron. Emplearon gritos de auxilio de aves y sólo montaron un concierto de graznidos. Media docena de cazadores se dedicaron durante dos tardes a dar batidas y, pese a cobrarse unas decenas de piezas, no provocaron más allá del alboroto de los miles de pájaros y el alejamiento temporal de su residencia invernal en el parque Miguel Servet de Huesca. Por eso las autoridades han instalado un robot con apariencia humana, que ayer se estrenó, pertrechado de altavoces y luces y que, subido a la copa de un árbol, confían en que haga desistir a los estorninos de pernoctar en la capital oscense. La sabiduría popular ha bautizado ya a este sofisticado espantapájaros como estorninator o tordocop.El artilugio ha sido diseñado por el artista plástico Julio Luzán, el creador de las rupertas, las calabazas que Chicho Ibáñez Serrador contrató para su concurso televisivo. Estorninator ha sido preparado para, en posición de cazador, moverse como en un concurso cinegético. Llevará altavoces para imitar los sonidos de disparos, alternándose con otros producidos por las aves cuando sienten el peligro cerca. También está equipado de potentes focos para incomodar a los molestos okupas del parque.

Cada año, con las nieblas preinvernales, los pájaros se acercan hasta el principal parque de Huesca, en una nube negra que provoca el malestar ciudadano por los ruidos, pero sobre todo por la contaminación que producen sus residuos, evaluada por el Ayuntamiento en varias toneladas de excrementos cada día. Son decenas de miles, aunque no hay un censo ni siquiera aproximado de los visitantes, pero los expertos cifran a las bandadas de estorninos, urracas y algunas otras especies actualmente en unos 30.000, aunque tras las últimas batidas podrían haberse quedado reducidos a 10.000, ya que ciertamente los intentos de echarles han provocado que la colonia se reduzca. En años anteriores se ha llegado a hablar de unos 100.000.El fenómeno no es exclusivo de la capital altoaragonesa, ni mucho menos. Desde el Atlántico al Mediterráneo, en la península Ibérica, multitud de ciudades se ven plagadas de estos pequeños pájaros negros, picudos, que no paran de graznar. Durante el día invaden, y en algunos casos asolan, las cosechas de los campos próximos a las localidades elegidas para pernoctar. Es fácil verles como si fueran miles de puntos negros entre los sembrados, pirateando las semillas o, como si de notas de solfeo se tratara, colgados del 2pentagrama" que componen las líneas telefónicas y eléctricas en las zonas rurales. De noche, se dedican a ponerlo todo perdido, con el consiguiente riesgo para las vestimentas de los ciudadanos y para la propia salud, además de para el olfato.

Las opiniones sobre el éxito del autómata están divididas. También hay quien con conciencia de militante ecologista protesta por que se trate de romper la habitual migración de las aves. Habrá que esperar unos días a conocer si la cibernética puede más que la cinegética. Mientras tanto en San Lorenzo de Flumen, un pequeño pueblo de los Monegros, el pasado miércoles, y en sólo unas horas, cazaron 12.000 estorninos por el tradicional método de las redes. Difícil lo tiene Estornitator.

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