El difícil brillo femenino

Pocas mujeres han brillado a gran nivel en el deporte español. Su primacía Mundial, siempre en modalidades exclusivamente femeninas, ha sido incluso esporádica al ganar sólo pruebas parciales o por no existir en su deporte una clasificación tan puntual como en el tenis y ser sólo honorífica. Han sido los casos, por ejemplo, de Teresa Zabell -designada por la Federación Internacional de Vela mejor regatista de 1994 tras sus anteriores títulos olímpico, mundial y europeo de la clase 470-, Carmen Valero -doble campeona ,mundial de cross-, Conchita -Martínez, Blanca Fernández Ochoa, Sandra Myers -aunque norteamericana de nacimiento o las gimnastas. En el deporte mundial también han sido escasas las ocasiones en que subjetivamente, no en las pistas, las hazañas femeninas han asombrado por encima de las masculinas. Tras el engaño y el escándalo de Ben Johnson en los Juegos Olímpicos de 1988 en Seúl, quedaron en la cumbre- como gran hazaña casi del año 2000 las exhibiciones de la norteamericana Florence Grifrith. Sus récords en 100 (10.62 segundos) y 200 metros (21.34) incluso invitaron a la sospecha. Más aún cuando se re tiró inmediatamente. Pero ahí están para la historia.

En cualquier caso, sus marcas, como las de las chinas en fondo o en otras modalidades, se acercan cada vez más a las de los hombres, pero no dejan de ser unos mediocres registros masculinos. Sólo en los deportes mixtos puede decirse realmente que la mujer también es capaz de derrotar al hombre.