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Los radicales catalanes cambian la idea de independencia por la de soberanía

Enric Company

Una formulación distinta se abre paso, poco a poco, entre destacados independentistas catalanes donde hasta ahora usaban el concepto independencia hablan ahora de soberanía. El cambio obedece a la urgente necesidad de algunos políticos de salir del todo o nada que les mantiene por debajo del 10% electoral. Para superar este límite el concepto independencia es demasiado rígido. No sirve para negociar ni para encontrar aliados.

Esta idea es compartida por nacionalistas de campos diversos. Como Jordi Sánchez, uno de los activistas de La Crida que no siguieron a Ángel Colom cuando en 1989 éste se adueñó de ERC; como el historiador Joan B. Cuila, de la Punda4n Acta, o Miquel Sellarès, expulsado de Convergència Democrática (CDC) por su denuncia del sector de los negocios. El concepto de soberanía es utilizado también por políticos en activo de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), como sus portavoces en el Congreso de los Diputados y en el Parlament, Pilar Rahola y Josep Lluís Carod, respectivamente.Todos ellos destacan que las definiciones clásicas, de independencia han quedado anticuadas y no se ajustan a la actual configuración del gran espacio político y económico europeo, que es donde se halla Cataluña. La actual configuración europea permite disputar y ganar dosis de soberanía, opina Sánchez, que es profesor adjunto en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma. Pero sabiendo que el modelo clásico de soberanía nacional ya no sirve.

Lo primordial para cualquier país es, afirma tener poder político, ganar capacidad de decisión sobre lo que le afecta, en un mundo que se caracteriza por ser cada día más interdependiente. Y para ello, agrega, "el proyecto secesionista, el de crear para Cataluña su Estado propio, no es ahora, posiblemente, el más prioritario ni indispensable. Hay otros caminos que permiten llegar al mismo punto. Hay otras muchas formas, no traumáticas. Pueden llamarse descentralización regional europea, flederalismo o de otros modos".

La gran ventaja del concepto de soberanía radica, según el historiador Joan B. Cuila, uno de los publicistas del nacionalismo que lo utiliza, en que es "más impreciso, más difuso" qué la simple reclamación de independencia. Y, por lo mismo, permite negociar, fijar objetivos parciales, encontrar aliados.

Los independentistas que se han lanzado por esta vía niegan, no obstante, que se trate de una renuncia. Eso es algo que en este universo sería considerado como una traición. Se trata sólo, según Carod, de "proponemos ser tan dependientes como lo son, en la realidad, los demás pueblos que tienen soberanía en el marco de la Unión Europea".

Esta concepción no es, por lo demás, una novedad histórica. Culla recuerda que la oleada nacionalista levantada durante los años setenta en Quebec por René Levesque y su Partido Quebequés proponía el binomio soberanía-asociación. Quería ser, en la práctica, algo parecido a una "independencia atenuada". El eje de su campaña, afirma, "no era cortar los vínculos con Canadá, sino alcanzar soberanía en una serie de aspectos, particularmente el cultural, aceptando la unidad monetaria, de mercado, de defensa, etcétera".

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Sellarés sostiene que la pura y simple reclamación de independencia debe ceder el paso a una política mas sofisticada. Argumenta así: %Qué significa la soberanía dentro de la Unión Europea? Algo que se comparte. Bien, pues lo que hay que ver es cómo puede mejorar Cataluña su incardinación en Europa".

Soberanía fue el término utilizado por Pilar Rahola en su intervención en el reciente debate parlamentario sobre el estado de la nación. "Yo soy soberanista", declaró a este diario, "porque este planteamiento se adapta mejor a la realidad. Vamos a una Europa en la que todos seremos, dependientes. Todos. La pregunta es entonces: ¿quién controlará la dependencia, Madrid o Bruselas?". Ante este interrogante, la. diputada avanza que la utilización del concepto soberanía permite "una interrelación con. Europa, e incluso con España", distinta de la de independencia.

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