_
_
_
_
_

La guerra espera el final del invierno

En el tercer año de asedio, la tregua que vive Sarajevo es un espejismo

ENVIADO ESPECIALSarajevo es hoy, aparentemente, una ciudad menos peligrosa y más tranquila que Grozni. Los días transcurren sin oírse apenas un solo disparo. Explosiones lejanas o ráfagas esporádicas de armas automáticas recuerdan que la paz que respiran "los habitantes de Sarajevo en su tercer invierno, es un espejismo "Tengo la sensación de que la ciudad se siente cada día más deprimida. Es como si fuera muriéndose poco a poco", dice una mujer en el mercado. "Soy optimista, porque si fuera pesimista más me valdría morir", sentencia Lejla Omeragic, una joven abogada. Parte de su familia todavía vive en su Gorazde natal. "Nos comunicamos por teléfono de vez en cuando No hablamos de la destrucción Qué importa. Lo único que cuenta son las vidas humanas perdidas".

Para muchos, la tregua firmada por todos los beligerantes hace un mes con la mediación del ex presidente estadounidense Jimmy Carter es como si Bosnia estuviera cerrada por la nieve. Cuestión de tiempo. Cuando salga el sol y desaparezca el manto blanco que cubre los caminos, los campos y las ciudades de Bosnia reaparecerán las armas. Con más fuerza, si cabe, temen numerosos ciudadanos de la antigua república yugoslava. Más de tres años después del comienzo de la guerra en los Balcanes, hay demasiadas cuestiones pendientes y la desconfianza y el odio se han multiplicado. "Me sorprende que no haya nadie que hable de paz, negociación y reconciliación", señala Enrique Aguilar, el nuevo máximo responsable de asuntos civiles de la ONU en Bosnia, recién llegado a Sarajevo.

Aguilar, mexicano y funcionario de las Naciones Unidas -ha estado destinado en Camboya y El Salvador, entre otros países-, tiene ante sí una misión difícil. Es el gran mediador entre todos los bandos, el que jebe sortear las constantes zancadillas de bosnios, serbios y croatas. De momento habla con gran cautela y evita comprometerse. Sabe que sus antecesores, tanto en el terreno militar (general Michael Rose) como en el civil (Viktor Andreev), no dejaron una grata impresión entre los habitantes de Sarajevo, que les acusan de haber favorecido abiertamente a los sitiadores serbios. Ni la ONU ni la OTAN han conseguido levantar el asedio, que ya ha cumplido mil días.

Aguilar ve "más posibilidades que antes" de que el alto el fuego en vigor desde el 1 de enero se mantenga. "Por primera vez hay cierta fatiga en todas las partes. Tenemos que aprovechar esta oportunidad para ir hacia adelante". Y puntualiza: "La tregua es frágil porque no ha empezado la negociación política".

Optimismo no es precisamente el espíritu que predomina en Sarajevo a poco que se palpe el estado de ánimo de sus gentes. Más bien todo lo contrario. Aden, un joven médico del hospital Kosevo recién llegado del frente de Bosnia Central, expresa con una claridad brutal su vaticinio: "Vuelve en mayo y verás lo que ocurre aquí. Verás cuál es el futuro de la tregua".

Los preparativos son para la guerra y no para la, paz. Nadie lo oculta. Empezando por los líderes políticos. El vicepresidente Ejup Ganic ha anunciado solemnemente que el pueblo bosnio "no se rendirá" y que su ejército está cada día más preparado y mejor armado para combatir contra las fuerzas serbias. Es una actitud lógica, por otra parte, si se tiene en cuenta, que no hay ningún indicio de que el asedio a Sarajevo pueda llegar a su fin próximamente. El cabecilla serbio Radovan Karadzi reitera sus pretensiones de que quiere una parte de la capital bosnia, lo que significaría la división definitiva de la ciudad. No hay duda de que los milicianos serbios están envalentonados tras comprobar que las reiteradas amenazas de la ONU, de la OTAN o de Estados Unidos han quedado en meras palabras. La muestra más reciente del engallamiento serbio se produjo la semana pasada. Los hombres de Karadzic retuvieron un vehículo blindado de la ONU junto al aeropuerto de Sarajevo. De poco sirvieron las protestas de los cascos azules ucranios. Abrieron a punta de fusil las compuertas del vehículo y se llevaron detenidos a sus ocupantes: tres periodistas extranjeros y uno bosnio. Este último sigue preso, porque sus secuestradores han decidido que era un propagandista musulmán.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Los habitantes de Sarajevo, aquellos que no pudieron irse o prefirieron quedarse (cada vez menos), se preparan para una guerra larga. Por ejemplo, construyendo un nuevo túnel paralelo al que ya existe bajo la pista del aeropuerto, pero en este caso con capacidad para permitir el paso de vehículos. Como si las autoridades hubieran comprendido que su capital está condenada a vivir con la soga al cuello y sus gentes a entrar y salir de la ciudad como topos, bajo tierra.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_