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Menos pasión en Lima que en Quito

La prensa peruana debate y en muchas ocasiones discrepa del Gobierno

Juan Jesús Aznárez

Los taxistas de Quito, la capital ecuatoriana, izan la bandera nacional en la antena de la radio, algunos periódicos encartan la enseña, y el comentarista Enrique Echeverría la jura de nuevo en su última arenga sobre la causa: "¡Salve, oh Patria, mil veces, oh Patria!"..El enfrentamiento fronterizo amazónico, que en Ecuador convoca, duele e inspira, se vive en Lima, la capital peruana, más lejano o a ratos. "0 les sobran millones y armas o están locos. Con la pistola en la cabeza o no, el caso es que firmaron el acuerdo de Río y deben respetarlo" grita en esta ciudad Fabian Mora, de 43 años, mecánico. "Además, saben muy bien que podemos tumbarles", añade.

Peruanos y ecuatorianos se tumban unos a otros en la cordillera del Cóndor, donde supura una herida vecinal histórica, y a las honras fúnebres por los primeros caídos asisten deudos que piden venganza y muerte.

Los indígenas shuar, divididos por el decisivo Protocolo de Río de Janeiro, combaten en bandos contrarios y produce pena escuchar cómo algunos llaman a degüello y vitorean a presidentes distintos en expediciones y cruzadas que los separan de nuevo.

Contrariamente a Ecuador, donde la censura de prensa y la unidad de sus nacionales en la reclamación amazónica impiden cualquier discrepancia, la prensa de Lima discrepa, debate, y la jefatura del Gobierno encaja críticas a su políticas.

"A esos periodistas antiperuanos y sinvergüenzas hay que meterlos en la cárcel con Abimael Guzmán" [encarcelado jefe de Sendero Luminoso], bramaba un limeño. El vengador no se refería a la revista Caretas, y sí al director de un periódico local, pero esta importante revista concede el beneficio de la duda en su último número.

"Una primera duda es, objetivamente, saber quién inició las hostilidades. La primera presunción es que tanto Durán-Ballén como Fujimori sí vieron el frente de hechos consumados", considera la publicación en un trabajo de portada que titula El conflicto con el Ecuador visto con dos dedos de frente. "Durán-Ballén es un mandatario debilitado que recupera terreno con el conflicto( ... ). Si Fujimori se ha jugado todas las cartas promoviendo el conflicto, ha entrado en un terreno de incalculables consecuencias".

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En los medios escritos o en la radio y la televisión ecuatoriana son ahora impensables los comentarios adversos a Sixto Durán-Ballén asiduo del balcón presidencial de Quito desde los primeros días de la crisis con encendidos discursos y brazos en alto.

El jefe del Gobierno, de 73 años, se ofrece libertador desde el colonial mirador de palacio y atiende con puntualidad a las manifestaciones callejeras de una población en permanente vigilia patriótica. Y todos los canales y frecuencias ecuatorianos machacan con citas épicas y solemnes referencias a los próceres históricos fallecidos con

la reivindicación territorial en los labios.

Los héroes del Cenepa y Ecuador, la hora de la unión, baladas de los Hermanos Terán, rebosantes de dignidad, arrasan, y el grupo Pueblo Nuevo emociona a las masas con Paquisha y A mi lindo Ecuador.

Cada flash informativo en Quito, Guayaquil y Cuenca se acompaña con estos temas como fondo musical: tres minutos y medio cada uno y unas 48 horas al día.

Y muchos peruanos se quejan de que el país pierde imagen y aparece como el agresor de este conflicto ante el mundo. Los esfuerzos oficiales para -evitar la denunciada percepción del conflicto -"la campaña de intoxicación ecuatoriana", en palabras escritas y pronunciadas en Lima- han sido tan escasos como frecuentes los obstáculos a

los informadores, subrayan quienes aquí afirman haberlos sufrido.

En Quito, sus autoridades ayudan a la prensa extranjera, barren para casa con buenos modos y funciona de maravilla el Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (Ciespal), que distribuye la información de presidencia y Cancillería. Y quien lo desee cuenta con un estudiante de periodismo a su servicio. "¿Un cafetito, jefe?".

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