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Poder

Rosa Montero

El poder no consiste tan sólo en dominar el Propio destino y el de los demás, o en que tu voluntad triunfe sobre la de los otros. El verdadero poder radica en simular que tu conveniencia es la de todos, en borrar con tu palabra y tu mirada las demás miradas existentes. Eso es lo más aterrador: que el poder impone su visión de la realidad como si fuera una verdad completa e indiscutible. Y cuanto más absoluto es ese poder, más peso adquiere esa verdad viciada, hasta llegar a cegar incluso a sus víctimas: como sucede y sucedió con las innumerables mujeres que han defendido, a lo largo de los siglos, el sistema machista.Claro que a veces se les nota el engaño, el hocico mentidor y la pamema. Como ahora, por ejemplo, con ese sentidísimo lamento sobre la perfidia de la prisión preventiva. Pudriéndose llevan en la cárcel todos los pringados del país desde el principio de los tiempos sin que nadie pensara en ellos, pero ahora que empiezan a visitar el trullo los compañeros de sastre, el escrúpulo moral se les aviva: es una risa. O como la suspensión de esa exposición en Washington sobre Hiroshima. Hemos recordado Auschwitz (y bien recordado está: debe ser un horror inolvidable) porque es el infierno de los derrotados. Pero el infierno de los vencedores, ¿dónde está? ¿Esas dos bombas atómicas que laminaron dos ciudades, que fundieron los cuerpos de hombres, niños y mujeres como sí fueran soldaditos de plomo en un crisol? O como esa mujer a la que piden seis años de cárcel por apuñalar a un hombre: fue en defensa propia, dice ella, la iba a violar y ya lo había hecho antes. El hombre, presidente de la comunidad de vecinos (un puesto de poder) en donde ella limpiaba, niega todo y dice que le hirió por despecho de enamorada (un argumento de poder). Yo, qué quieren que les diga, la creo a ella.

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