Mickey Kantor anuncia que EE UU y China reanudan negociaciones para evitar la guerra comercial
El representante estadounidense de Comercio Exterior, Mickey Kantor, anunció ayer que ha re cibido una carta del Gobierno de Pekín en la que se le indica, que China está dispuesta a reanudar la próxima semana las negocia ciones sobre la propiedad intelectual y las patentes para evitar la guerra comercial. Kantor anunció que EE UU mandará una delegación estadounidense a Pekín el próximo día 13 para reanudar las negociaciones. Ambos países tienen de plazo hasta el 26 de febrero, día en el que entran en vigor las sanciones.El representante de Comercio estadounidense insistió en que China debe acabar de una vez por todas con la piratería de productos estadounidenses, especialmente programas informáticos, casettes, compact-discs, fibros, audiovisuales..., que son fabricados en China y exportados a muy bajo precio a los países vecinos. Esta competencia desleal cuesta miles de millones de dólares a las compañías norteamericanas.
Los dos países se juegan tanto en este duelo que ambos estarán tentados de hacer concesiones para firmar la paz antes del día 26. Lo más importante de este conflicto no es lo que cada nación pierde del conjunto de sus exportaciones. Las sanciones afectarán a 1.080 millones de dólares de productos chinos (unos 133.000 millones de pesetas) -desde textiles a teléfonos móviles-, y una cantidad idéntica de las mercancías norteamericanas (especialmente alcohol y cigarrillos). Eso apenas es el 5% del total del comercio entre ambos. Lo importante son las consecuencias de esa guerra. La Bolsa de Shangai perdió en la sesión de ayer un 5%.
En primer lugar, un conflicto de esa naturaleza rompe una larga trayectoria de crecimiento en los intercambios entre el mayor mercado del mundo y la principal potencia económica, Para China, cuya economía es particularmente dependiente de las exportaciones, el daño es mayor por cuanto este conflicto se une a un clima general de deterioro de sus relaciones, con Estados Unidos por los derechos humanos, y, además, coincide con la incertidumbre política provocada por la cercana sucesión del líder de ese país, Deng Xiaoping.
Para EE UU, el principal peligro es que, al renunciar voluntariamente a un pedazo del atractivo pastel del mercado chino, otros países desarrollados acudirán inmediatamente a ocupar ese espacio, quizá para quedarse. Iniciar una guerra comercial contra el país más poblado de la Tierra y con una de las economías de mayor crecimiento del mundo es, a priori, una acción suicida.
Por esas razones, varios expertos pronostican que todavía hay espacio para el entendimiento en el espinoso tema que ha provocado este conflicto, el de la piratería china de numerosas marcas y productos norteamericanos. El embajador estadounidense en Pekín informó ayer que ha invitado a las autoridades chinas a sostener una nueva ronda de conversaciones la próxima semana, y dijo que la reacción de sus interlocutores había sido positiva. El Gobierno chino no se ha pronunciado todavía oficialmente al respecto.
Mientras tanto los exportadores norteamericanos buscan otros mercados para sus productos. India, donde la la inversión estadounidense supera ya los 1.000 millones de dólares, y otros países asiáticos pueden ser una alternativa para los sectores afectados por las sanciones. Sin embargo, las áreas más significativas, como los aviones de Boeing, que tiene que entregar este año 18 unidades a China, y las telecomunicaciones, en las que AT&T ha invertido este año 200 millones de dólares en operaciones conjuntas con empresas chinas, no se verán afectadas, a menos que la guerra comercial se extienda.
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