"Vivir en Madrid es como estar en muchos sitios a la vez"
No le gustaban tanto los dibujos de Roberto Alcázar y Pedrín como las ágiles viñetas de El Guerrero del Antifaz o el primer Capitán Trueno firmado por Ambrós. Javier Serrano, vallisoletano de 48 años, aprendió a dibujar manos copiando la sombra que proyectaban las suyas en la pared de la cocina de su casa. Gustavo Doré es un recuerdo de escuela, como todos esos santos de enciclopedia que aliviaban los deberes. Dibujos que repasaba con delectación y con su propio lápiz, gesto de artista precoz que le costó más de un cachete. Tras estudiar filosofía en Santander, vino a Madrid en el 68, y la Academia de Bellas Artes de San Fernando fue su primer contacto con la ciudad. El pasado 25 de enero, los ilustradores de Madrid -es miembro de esta asociación- le entregaban un lápiz de bronce como distinción al conjunto de su obra.Pregunta. Después de ser en 1990 premio nacional de ilustración, ¿le ilusiona este galardón?
Respuesta. Muchísimo, porque me lo han dado mis compañeros, que miran el trabajo con lupa. El ilustrador no trabaja sólo para los niños o para su editor, también para sí mismo y sus colegas. Yo siempre trato de llevar la pintura a mis dibujos. Me obsesiona la técnica y me parece injusto que la ilustración se considere la hermana pequeña de la pintura.
P. Parece que todos los pintores pueden ilustrar, pero no al revés.
R. Pues yo opino lo contrario. La pintura como algo libre e individual es una idea romántica. Los grandes pintores no trabajaron siempre a su aire. Ni Tiziano ni Miguel Ángel ni El Greco, que tuvo más de un problema con el cabildo de Toledo.
P. ¿Es más rentable ilustrar que pintar?
R. Un pintor de mucho éxito vive de maravilla, y un ilustrador en sus mismas condiciones vive medianamente. Saura ilustra el Quijote y esos dibujos sí tienen categoría de arte. Pero en el MOMA de Nueva York no hay hueco para ilustradores.
P. Usted dibujó los juicios del 23-F y del asesinato de los marqueses de Urquijo para la agencia Efe.
. R. Sí, también el proceso por la matanza de los abogados de Atocha y el caso Bultó. Fue un trabajo absolutamente periodístico y plagado de anécdotas.
P. Relate algunas.
R. En el juicio del caso Atocha, de repente oigo cómo una mujer, amiga del acusado, les dice a "unos cuantos: "A ese de ahí esperadle fuera. ¿Para qué hará tantos dibujos?". Tuve que esconderme.
P. ¿Añora muchas cosas de Valladolid?
R. Vivir en Madrid es como estar en muchos sitios a la vez, porque es la gente la que configura las ciudades. Madrid me gusta mucho, pero por eso me irritan tanto sus incomodidades.
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