_
_
_
_
Entrevista:

"1996 es un buen año para elecciones"

Luis R. Aizpeolea

Joaquim Molins, de 48 años, se estrena el próximo miércoles, en el debate sobre el estado de la nación, como portavoz parlamentario de Convergéncia i Unió (CIU), en sustitución de Miquel Roca. Hombre de confianza de Roca y que combina la experiencia parlamentaria con cinco años de consejero de la Generalitat, Molins garantiza la continuidad del estilo de su antecesor.

Pregunta. A usted le corresponde una difícil papeleta: sustituir a Miquel Roca al frente del Grupo Parlamentario Catalán en el Congreso.

Respuesta. Los comentarios sobre el relevo han sido unánimes en esta cuestión. El socialista Juan Pedro Hernández Moltó llegó a decir que Roca había sido más que un portavoz parlamentario. Es verdad. Ha marcado un modelo de oposición constructiva. Ha puesto el acento en el entendimiento más que en el disentimiento. Roca ha puesto el listón muy alto en 17 años de portavoz. La ventaja para mí es que ha desbrozado el camino creando un modelo.

P. ¿Se puede hablar de un estilo Roca de hacer política?

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

R. Sí. Pasa por ser menos apasionado, racional, muy ordenado. Se ha llegado a hablar de un estilo florentino de hacer política. Roca fue ponente constitucional. Tenía profundísimos conocimientos jurídicos que fueron de gran utilidad para salir de situaciones complejas. Pero la esencia del grupo de CiU es la voluntad de alcanzar acuerdos frente al interés de otros por marcar diferencias con el Gobierno. Esa voluntad la manifestamos con UCD y ahora con el PSOE. La expresaremos siempre. Se explica porque no tenemos aspiraciones de partido alternativo al Gobierno en Madrid.

P. Se va a estrenar por todo lo alto con el debate sobre el estado de la nación.

R. Cuando uno toma el relevo, prefiere tiempos más sosegados. Pero ya llevo muchos años dedicado a la política y acepto éste y todos los retos cuando tocan. Un amigo me suele decir que no estamos en la política para disfrutar. Me ha tocado un momento especialmente intenso y ya está.

P. Una de las pretensiones del Gobierno en el debate es visualizar el pacto con ustedes. ¿Cuál es su límite temporal?

R. El propio debate fija el límite de un año, hasta la celebración del siguiente, según señala el reglamento del Congreso. El presidente del Gobierno expondrá un programa para un año y quedará claro que el Gobierno cuenta con una mayoría parlamentaria para llevarlo adelante. Ambas cuestiones, puestas en permanente duda por la oposición, se aclararán.

P. ¿Por qué no apuestan ustedes por un acuerdo más estable, que salve las incertidumbres, como un pacto de legislatura? Hay precedentes, por ejemplo, en el País Vasco.

R. Es atípico. El único ejemplo que conozco es el del País Vasco. Nuestra reflexión es clara. Los resultados de las elecciones del 6 de junio de 1993 obligaban a nuestro grupo a ejercer una acción determinada. Nuestra sintonía de programa con el PSOE no era como para formar un Gobierno de coalición. Sólo nos quedaba esta alternativa y el año y medio de recorrido nos da una cierta razón. Hemos hecho una política que está permitiendo progresar al país y que hace posible la continuidad pese a ciertas incertidumbres y a algunas turbulencias monetarias.

P. ¿Un fracaso electoral de los socialistas en las elecciones municipales puede alterar su plan de apoyo al Gobierno para un año?

R. No nos hará cambiar de posición. Con motivo del debate sobre el estado de la nación, estamos concertando con el Gobierno un programa de actuación para un año en el que también se delimitan las líneas presupuestarias para 1996. Nuestro horizonte llega hasta 1996 y tenemos firme voluntad de que se cumpla.

P. Da la impresión de que ustedes rijan su límite temporal de apoyo al Gobierno en las elecciones catalanas de abril de 1996.

R. Las elecciones autonómicas de Cataluña están previstas para abril de 1996 si el presidente Pujol no quiere anticiparlas al otoño de este año. Pero es verdad que 1996 puede ser un buen año para elecciones generales. La convocatoria de elecciones para el otoño de 1996 no alteraría los objetivos principales de la legislatura. Es más, daría tiempo para que España se preparara para los cambios europeos de 1998 y 1999, para abordar las profundas reformas estructurales pendientes en este país, y para eso se requiere una nueva mayoría, un Gobierno con un amplio respaldo político y social.

P. Duran Lleida, presidente de Unió, su partido socio, asegura que el Gobierno lo tiene muy dilfícil para superar 1996.

R. Creo que debe haber elecciones en 1996, pero no por esas razones, sino por las mismas que llevaron a Felipe González a adelantar las elecciones de la primavera de 1990 al otoño de 1989 para preparar los acontecimientos de 1992. Para afrontar los retos europeos de 1998 y 1999 y las reformas estructurales en España se necesita tiempo y una mayoría política y social renovada, un Gobierno fuerte.

P. La comunicación del Gobierno para el debate sobre el estado de la nación elude el grave problema político planteado por la reapertura del sumario de los GAL.

R. Si lo hurtáramos del debate, no cumpliríamos con nuestro compromiso. De todos modos, el Gobierno poco puede hacer en este tema. En su momento, exigimos al presidente del Gobierno que diera explicaciones, que dijera bien claro que nunca había traspasado los límites del Estado de derecho y que respetaría los procedimientos judiciales. Esto se ha hecho y no somos capaces de vislumbrar otra cosa.

P. Pero la corrupción ha levantado una enorme crispación social.

R. Admito que buena parte de la crispación procede de los casos de corrupción. Ya el año pasado, en el debate sobre el estado de la nación, hubo fórmulas que dejaron clara la voluntad del Gobierno de capitanear la regeneración y de aplicarlas. El debate sobre el. estado de la nación servirá para hacer balance del último año

P. ¿Cuál es su propio balance?

R. El recorrido de este año no está exento de crítica, pero el Gobierno ha cumplido razonablemente con sus compromisos. El problema pendiente ahora es el de la financiación de partidos y su regulación es muy urgente. Su ausencia facilita las irregularidades. Hay legislación comparada y si no lo hemos regulado ha sido por miedo. Es el único pero.

P. ¿Qué alcance va a tener la moción conjunta que ustedes están negociando con el Gobierno?

R. Desde que se inició la legislatura, desde la negociación de cada presupuesto, estamos alcanzando acuerdos más amplios, como la reforma laboral, a la que hemos condicionado. Ahora, las prioridades del Gobierno van a ser contener el déficit público, tomar medidas para conseguir que la economía española se enganche a la europea. En materia autonómica queremos profundizar en la corresponsabilidad fiscal sobre la base del Libro Blanco de la Financiación Autonómica, que se conocerá en marzo. También habrá que buscar fórmulas de consenso para la presidencia europea.

P. ¿Sus malas relaciones con el PP no pueden ser un obstáculo insalvable para la estabilidad política del futuro?

R. En nuestras malas relaciones con el PP hay que distinguir los aspectos coyunturales de los de fondo. Su política de acoso y derribo de Felipe González les enfrenta con nuestra estrategia actual. Esto cambiará. Lo que nos preocupa de verdad es su activación del conflicto lingüístico. La universidad belga de Lovaina fue incendiada por un conflicto así.. La historia demuestra que la convivencia entre dos lenguas no es fácil. El PP ha traspasado fronteras muy peligrosas con las que nadie se ha atrevido. Es un tema de fondo que nos preocupa y que puede acarrear graves problemas de convivencia en Cataluña. Sólo la delicadeza permite una convivencia ejemplar.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_