Los mapas que se venden en. Ecuador aumentan en un 35% el territorio nacional
Los mapas en venta en las calles de Quito o Guayaquil dibujan un Ecuador bastante más crecido de lo que es en realidad: un Ecuador con una zona amazónica inmensa, que se extiende incluso hacia lquitos, la capital de la selva peruana, es decir, con un 35% más que su territorio actual. Y es que la aspiración a un acceso directo al gran río Amazonas tiene para los ecuatorianos casi la misma importancia que la aspiración del acceso al mar para los bolivianos: una especie de anhelo colectivo que se transmite desde las escuelas.
Esta vieja disputa fronteriza entre los dos países andinos no es, sin embargo, sólo cuestión de patriotismo. También huele a petróleo. Cuando Perú y Ecuador se enfrentaron en 1941, repetían el precedente de la guerra del Chaco, en los años 1930, en la que la Standard Oil y la RoyaI Dutch Shell lucharon a través de bolivianos y paraguayos interpuestos. Los gigantes del oro negro también habían llegado al Oriente ecuatoriano.La primera en instalarse fue la, Leonard Exploration Company, un testaferro de la Standard Oil, que firmó en 1931 con el Gobierno de Quito un contrato de exploración para una zona de 2,3 millones de hectáreas en la selva. Seis años más tarde, sin embargo, el dictador Federico Páez canceló la concesión y firmó un nuevo contrato, esta vez con la Royal Dutch Shell, con la cesión de no menos de 10 millones de hectáreas.
La guerra estaba servida. Tras ser expulsada del Chaco, la Standard Oil no estaba dispuesta a serlo también de Ecuador. Podía contar en Lima con un régimen amigo, el de Manuel Prado, cercano a Estados Unidos. A, través de la International Petroleum Company, la Standard Oil estaba ya presente en la costa norte de Perú. A partir de 1938, el Gobierno de Quito empezó, a denunciar incursiones ilegales de destacamentos militares peruanos en varias zonas fronterizas.
El Gobierno de Lima, por lo demás, no tuvo que hacer muchos esfuerzos para dar ánimo a su Ejército. Las Fuerzas Armadas peruanas andaban entonces escasas de victorias. En 1879, habían perdido la guerra del Pacífico frente a su enemigo tradicional, Chile, lo que les había costado la región de Tacna y Arica. En 1933, en vísperas por tanto de la guerra con Ecuador, habían sufrido, en la misma región amazónica, un nuevo fracaso, esta vez frente a Colombia, que se aseguró así, a través de la ciudad de Leticia, un acceso directo al Amazonas.
Paseo militar
Los ecuatorianos no pudieron repetir la hazaña de sus vecinos del Norte: el conflicto de 1941 fue un paseo militar para los peruanos, al mando del general Ureta. La desproporción entre las fuerzas respectivas era abasoluta. Mientras el Ejército de Tierra peruano avanzaba sin dificultad y ocupaba la provincia ecuatoriana El Oro, la Marina se acercaba a Guayaquil y la Aviación, ametrallaba Cuenca, la principal ciudad del sur ecuatoriano, abarrotada en aquel momento de refugiados.
Al año siguiente, los ecuatorianos tuvieron que aceptar, con la Firma del Protocolo de Río de Janeiro, garantizado por EE UU, Brasil, Argentina y Chile, la pérdida de 174.000 kilómetros cuadrados en la selva, y el fin de cualquier perspectiva de acceso directo al río Amazonas. Durante la conferencia en la que se firmó el tratado, el secretario de Estado norteamericano, Summer Wells, se alineó totalmente con las tesis de Lima, indicando incluso qué zonas del territorio ecuatoriano debían pasar a manos peruanas.
La Standard Oil, esta vez, se había tomado la revancha. Para el Ejército peruano, en cambio, esta victoria sirvió de revulsivo tras las derrotas anteriores: sus efectivos crecieron un 132% entre 1941 y 1947, y las Fuerzas Armadas asumieron desde entonces un protagonismo que se tradujo en un intervencionismo creciente en la vida política limeña.
Viento a favor
Con el viento a su favor, Perú emprendió rápidamente la delimitación con mojones de la nueva frontera. Este apresuramiento fue premonitorio: en 1961, Ecuador declaraba nulo el Protocolo de Río de Janeiro, mientras los militares se hacían con el poder en Quito. Pero el 95% del nuevo trazado fronterizo ya estaba realizado. Quedaban por delimitar unos 80 kilómetros cerca del río Cenepa, un afluente del río Marañón, en una región de difícil acceso de la "ceja de selva", como se llama en Perú a la parte baja de la vertiente amazónica de los Andes. Una región en la que se están desarrollando precisamente los enfrentamientos de estos últimos días entre unos soldados que probablemente ni se acuerdan de la existencia de la Leonard Exploration Company.
Tradicionalmente, lo que muestra la enemistad entre los dos pueblos, los peruanos llaman a los ecuatorianos "monos", porque consumen muchos plátanos. Por su parte, los ecuatorianos califican a los peruanos de "gallinas", porque aseguran que son un pueblo de cobardes.
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