El ecologismo durmiente
El caso es que en nuestro país las modas llegan con un cierto' retraso, aunque "el boom ecológico" o verde, como lo queramos llamar, llegó a España con una década más o menos de demora.Pero ya sabemos qué ocurre con las modas: llegan, tienen su momento álgido y, luego, van aplacándose hasta llegar a una fase de olvido. Y todo esto, claro está, dependiendo de los intereses creados, tanto económicos como políticos.
La "moda verde", todo hay que decirlo, es un buen negocio, y tanto las empresas avispadas como los gobiernos oportunistas tomaron papeles en este asunto haciendo suya esta batalla, aunque, desde luego, todo buen negocio va de la mano de una fuerte inversión, pero, claro, en esta época de fin de siglo, la verdad es que prima más él ahorro y los reajustes económ1cos que invertir en renovar una tecnología ya desfasada ante las nuevas demandas del consumidor;. un grave error.
Ante esta situación, algunas empresas y gobiernos echaron mano de una serie de estrategias de marketing, haciendo uso de una publicidad engañosa, para" poner una serie de parches selectivos en donde más nos había herido la sensibilidad a los sufridos consumidores.
Estrategias de parcheo y etiquetaje que siguen en auge hoy por hoy, y que sirven para aplacar las iras del más sufrido ciudadano. Campañas de reciclado de vidrio, y en ocasiones de papel y baterías, con unos cuantos contenedores estratégicamente situados: algún estándar gubernamental (como la normativa europea de adaptar nuestros vehículos para el uso de gasolina sin plomo) o estrategias más descaradas, por parte de algunas empresas, que hacen alusiones tales como: ¡este artículo no contiene esto o lo otro!, sin hacer mención del producto por el que ha sido sustituido, o de la totalidad de su composición. ¿Será peor el remedio que la enfermedad?
Tenemos que tener muy claro que el "consumo verde", desgraciadamente, no es sinónimo de consumir menos, que es lo fundamental en estos tiempos. Y aunque alguno de nosotros, ciudadanos de a pie, nos creamos que ya cumplimos con nuestra obligación seleccionando un producto por sus "características menos perjudiciales" y "más ecológicas", o reciclemos vidrio o papel los domingos por la mañana y acompañados de nuestros hijos para darle un buen ejemplo a seguir, todo no acaba ahí. Ya que tenemos que tener muy en cuenta que, en los tiempos en que vivimos, donde lo que prima es el consumo sin más (siendo éste un parámetro fundamental para una política económica en progreso), nos encontramos con la paradoja de que este consumo desgasta la capacidad de nuestro planeta de producir más materias primas y absorber los residuos que desechamos.
Un verdadero ecologisaá, en realidad, debería de buscar la forma de consumir menos y no consumir según los cánones establecidos por empresas y por gobiernos.
Para el sostenimiento de la vida en nuestro planeta debería de haber un claro equilibrio entre la capacidad de generar materias primas y las demandas para su consumo, equilibrio que ya hace algunas décadas se rompió, y que para intentar restablecerlo sería necesario un compromiso serio entre gobiernos, empresas y consumidores, pero mucho me temo que este compromiso hoy por hoy está más dormido que nunca e inmerso en un sueño tan profundo que casi se hace ya irreversible.-
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