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"Esta guerra no es útil para nadie"

Oficiales rusos critican la operación militar y piden que se purgue a los responsables del desastre

Pilar Bonet

Tras la guerra de Chechenia, los responsables rusos de esta operación militar tan mal planificada deben ser defenestrados, y el Ejército debe someterse a la reforma postergada durante varios años. Saltándose la disciplina, la oficialidad rusa, ya ocupe el grado medio o esté en el generalato, expresa hoy estas opiniones que impregnan incluso la propaganda destinada a elevar la moral de combate."El Ejército ruso realizará la misión encomendada, aunque más bien espoleado por el deseo de vengar a los camaradas caídos que por conciencia del deber, pero ¿qué habrá después, la vuelta a los cuarteles, el recuerdo de los muertos, la esperanza de un salario escaso, la ausencia total en los centros de reclutamiento la próxima primavera?".

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Un capitán de paracaidistas, de apellido Antónov se hacía estas preguntas en el frente de Chechenia, donde acababa de perder un compañero con el que había pasado 10 años en el Ejército. Hablaba para la productora televisiva oficial del Ministerio de Defensa en un reportaje emitido el domingo por la noche por la Cadena de Televisión Independiente. El reportaje contrastaba con el tono heroico de otros documentales del Ministerio de Defensa emitidos con anterioridad.

"Esta guerra no es útil para nadie. Estamos aquí y lucharemos hasta el final, pero me vengaré hoy, mañana, mientras viva, y cuando regrese me vengaré de los que nos han enviado aquí", afirmaba Antónov. El oficial expresaba así el deseo de castigar a los culpables de la operación militar y este sentimiento -que apunta tanto hacia los políticos del Kremlin como hacia el ministro Pável Grachov- parece cada vez más extendido en las Fuerzas Armadas rusas. Muchos oficiales consideran que la magnitud del revés es superior al de Afganistán.

"Me duele hablar de las actuaciones del Ejército en el conflicto checheno. Los soldados, e incluso los oficiales, se entregan prisioneros por decenas, y sólo con este hecho se puede juzgar sobre la moral de nuestras tropas", afirmaba en un periódico ruso el general Nikolái Tsimbal, que fue jefe de Dzhojar Dudáiev en la Academia de aviación Gagarin.

A la desmoralización del Ejército ha contribuido, según Tsimbal, la falta de reforma militar, la participación en los acontecimientos de. octubre de 1993 [asalto al Parlamento ruso, ocupado por los enemigos de Borís Yeltsin] y el haber dejado a medias la campana contra la corrupción. Otro factor que contribuye al fracaso es la mala preparación de los militares. "Los pilotos vuelan tres veces menos de lo que deberían. Los resultados los vemos en Chechenia. Bombardean las posiciones de los adversarios, pero las bombas caen en una clínica, en un mercado, en un depósito de petróleo...".

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"Por el fracaso de la operación, acabe como acabe, deben responder los dirigentes de los poderes fácticos. El Ejecutivo y el Legislativo también deben sacar sus conclusiones: no se pueden permitir nuevos retrasos en la reforma del Ejército", afirmaba Tsimbal.

El general retirado VIadímir Dudnik, del Estado Mayor, afirmaba que "cada combatiente checheno representa una unidad combativa independiente capaz de tomar decisiones y responsabilizarse de ellas".

El proceso de decisiones en el Ejército ruso es mucho más complicado, según Dudnik, e implica múltiples eslabones. "¿Se imagina cómo se deforma la información hasta que llega al coronel y cómo se deforma su orden por el camino inverso? Por cierto, que esto explica por qué en Afganistán los tanques soviéticos se disparaban entre sí".

Algunos lamentan que no hayan, sido enviados a Chechenia los cuerpos antiterroristas de élite, que los dirigentes rusos, aparentemente preocupa dos por su eventual utilización en conflictos políticos, han sometido a sucesivas reestructuraciones desde 1991 y que, en parte, como el grupo Alfa, han pasado a engrosar las filas de la escolta de Yeltsin.

El sábado, el presidente jefe de la Duma Estatal (Cámara baja del Parlamento), Iván Ribkin, afirmó que se perdió "torpemente" los cuerpos de élite que, como Alfa, Vitis o Wimpel, eran "instrumentos del Estado y podrían haber desempeñado un gran papel en Chechenia".

En septiembre de 1994, Yeltsin promulgó un decreto para que el Servicio Federal de Contrainteligencia (SFC) creara "unidades de combate de lucha contra el terrorismo". "Menos mal que como jefe han nombrado a un antiguo comandante del Wimpel", manifestaba Alexandr Mijáilov, responsable de información del SFC.

Hasta el viceministro de Defensa, Valeri Mirónov, ha dicho que "el apartamiento de la planificación de la operación chechena de los generales experimentados en el combate que mandaron divisiones, ejércitos y distritos" ha contribuido al fracaso.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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