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Crítica:MÚSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Violencia medieval y actual.

Se llenó el Auditorio, a pesar del estreno de una obra grande contemporánea -Crónica, de Antón Larrauri- que iba acompañada de un best seller del siglo XX: Carmina Burana, de Carl Orff, compositor cuyo centenario se cumplirá exactamente el próximo día 10 de julio. Tal afluencia de público da la razón a cuantos defendemos la programación de los músicos actuales junto al repertorio, pues entre tantos asistentes convocados por la cantata orffiana no pocos se enteraron de lo que hace I.arrauri para comprobar que no hay en ello, como en la obra de otros de sus colegas, nada demasiado difícil y menos ininteligible.La nueva creación del músico bilbaíno, escrita por encargo de la OCNE, es algo atípico aun dentro de la coherencia estilística que, salvó páginas voluntariamente folclorísticas, presenta su producción. Atipicidad derivada del protagonismo, quizá excesivo, de la palabra hablada, a cuyo servicio se pone una gran orquesta y grabaciones electrónicas. Se trata de enfrentarse con la lluvia de información que el hombre recibe hoy, en su mayor parte referida a desastres, conflictos, vanas, o mentirosas soluciones, hambre y muerte. Por otra parte, se emite un cierto mensaje de esperanza apoyado en la conducta individual como solución de los problemas colectivos.

Orquesta y Coro Nacionales

Director: Theo Alcántara. Solistas: Nancy Argenta, Rockwell Blake, Carlos Álvarez, Esperanza Abad e Igor Larrauri. Escolanía del Recuerdo, dirigida por César Sánchez. Obras de Larrauri y Orff. Auditorio Nacional. Madrid, 13 de enero.

Sucede que la música es muy exigente y, al fin, reclama sus derechos. Sirve cualquier punto de partida pero siempre que se transforme en hecho musical. De otra manera podría resultar hasta frívola la utilización de los tremendos mensajes para comunicarlos, dentro de la convencionalidad de un concierto, a 2.000 personas, con la consiguiente liturgia social de los aplausos, las salidas del. autor y demás. Todo lo cual no quita mérito al trabajo concienzudo y responsable de Larrauri, cada día más dueño de la técnica y más seguro del estilo.

La extraordinaria Esperanza Abad, y el hijo del autor, Igor Larrauri, fueron los narradores y todo funcionó bien: la orquesta, flexible y brillante, conducida con nervio por Alcántara, y los coros. Hubo aplausos generales que se convirtieron en entusiastas oleadas después de Carmina Burana. La conjunción de los valores característicos de Orff y la temática goliardesca, la simplicidad, violenta o lírica, el esplendoroso efecto de las reiteradas secuencias y la potencia vital que las anima nos llegaron excelentemente, planteadas y realizadas.

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