Los republicanos proyectan dejar sin financiación a la radio y la televisión públicas de Estados Unidos
El sector audiovisual público en Estados Unidos -más de mil estaciones de radio y televisión- corre el riesgo de dejar de recibir fondos con cargo a los presupuestos federales, si salen adelante los proyectos de la mayoría republicana en el Congreso.Igual que ocurre con las subvenciones para el arte y la cultura, los republicanos creen. que no se puede desperdiciar el dinero de los contribuyentes en medios de comunicación "elitistas y liberales" y a corto plazo empezarán a estudiar diversos planes para privatizar total o parcialmente la Corporation for Public Broad casting (CPB), que agrupa a las emisoras públicas de radio y televisión.
La CPB, creada en 1967, recibe anualmente una subvención de 285 millones de dólares (37.000 millones de pesetas) que distribuye entre las 346 emisoras de televisión agrupadas en el PBS (Public Broadcasting System) y las 520 estaciones de radio afiliadas a. la NPR (National Public Radio). Esta cantidad, sin ser despreciable, supone un 14% del presupuesto de la CPB, que vive además de lo que aportan y patrocinan empresas y fundaciones (22%), oyentes y espectadores (21%), otros organismos públicos (20%) y centros educativos (8%).
Ideología o eficacia
Los republicanos, especialmente Newt Gingrich, líder de la ofensiva conservadora, han denunciado tradicionalmente el contenido "izquierdista" de los programas informativos y culturales de la televisión pública, Pero Larry Pressler, nuevo presidente del Comité de Comercio del Senado, con autoridad sobre las telecomunicaciones, asegura que los proyectos de privatización no tienen motivos ideológicos: "Es eficacia, dinero, es hacer lo adecuado, lo que el presidente Clinton ha dicho que hay que hacer. Es dinero de los contribuyentes y nuestro deber es saber cómo y en qué se gasta".
Los responsables del sistema público audiovisual denuncian que la privatización hará desaparecer programas críticos e independientes y eliminará series de calidad, además del prestigioso informativo de MacNeil & Lehrer o el programa infantil más popular, Barrio Sésamo. Las pequeñas emisoras de las zonas rurales tendrán que apretarse el cinturón o desaparecer, en opinión de Henry Cauthen, presidente de la CPB.
El contraataque tiene escasas garantías de éxito. Incluso un demócrata liberal defensor de la televisión pública como el congresista Joe Kennedy reconoce que no hay razones, para la excepción: "Estamos tratando de conseguir reducciones muy complicadas en el presupuesto federal, y si discutimos recortes en los programas de ayuda alimentaria o de, casas para los más necesitados, no creo que podamos considerar a la CPB como una especie de vaca sagrada intocable".
Larry Pressler está convencido de que la CPB podrá salir adelante sin dinero público, vendiendo sus programas de mayor éxito a canales privados.
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