Bono, Borrel y las hoces del Cabriel
JUAN SERNAEl autor analiza la pugna entre José Bono y José Borrel por el trazado de la autovía de Valencia, destacando que la postura del ministro es desacertada y poco inteligente
El presidente castellano-manchego, José Bono, tuvo la osadía en un momento de hacer añicos la afirmación rotunda de José Borrell, según la cual el único partido capaz de sacar adelante un plan hidrológico concreto y coherente era el PSOE. Bono actuaba bajo la influencia de una situación hidrológica en su región más que preocupante. Borrell, lanzado como una locomotora en la defensa de un Plan Hidrológico Nacional lleno de presas y trasvases, no podía tolerar el cuestionamiento de un trasvase que es la mejor expresión de la cautela en la planificación hidrológica, en torno al problema de las "aguas excedentarias".Esta bronca entre dos personajes claves, y hasta entonces afines, dentro de un partido fuertemente dividido, no se puede explicar sólo por un choque de personalidades o de ambiciones políticas. También es la expresión de la complejidad de un problema que debe hacer meditar a más de uno sobre el trasfondo de una "solidaridad hídrica" despachada en el PHN con no poca ligereza e imprevisión. En suma, Borrell debe agradecer a Bono (y a otros sectores que hemos intervenido en ese debate) la ocasión que tendrá de nuevo (si el tiempo político se lo permite) de revisar una vez más el citado documento, para que merezca el nombre de plan.
La segunda bronca, surgida en tomo a la autovía Madrid-Valencia tiene una dimensión infinitamente menor, a mi juicio, que la anteríor, sin embargo, sí parece que en ella hay elementos de pugna personal, derivados del enfrentamiento anterior.
La postura de Bono no es reprochable en absoluto. Está en su derecho y es su deber defender la unidad del conjunto de los Cuchillos y las Hoces y exigir una alternativa distinta a la única que al final baraja el MOPTMA. Se podrá decir que tiene últimamente un interés inusitado por los problemas ambientales. Y que tiene, incluso, problemas ecológicos y de agotamiento de recursos en su comunidad, infinitamente más graves, que constituyen un escándalo internacional con dimensiones catastróficas (me refiero, obviamente, a la situación de la cuenca alta del Guadiana). Lo que haga en adelante nos dirá si su interés por la naturaleza y el medio ambiente es fruto de una actitud sincera.
La actitud de Borrell en tomo al tramo en conflicto de la citada autovía refleja para mi dos cosas: la inflexibilidad y autoritarismo inherentes a su personalidad y a su poder (el MOPTMA se parece cada día más a un monstruo incontrolable). Y, por otra parte, a la pérdida de un discurso menos tecnocrático, que este ministro había iniciado, recordando públicamente que él era el "ministro del medio, ambiente".
Con relación al problema, de la autovía, la postura de Borrell me parece desacertada y poco inteligente por varias razones:
Si el MOPTMA se ha equivocado en la presentación de alternativas, ofreciendo tres, de las que dos no son viables, según reconoce, no es bueno empecinarse en la imposición de la única solución que defiende. Sobre todo viendo el nivel de contestación que ésta ha suscitado y sabiendo que existen otras alternativas.
La reacción desproporcionada de Borrell desde que estalló el problema, haciendo suya la solución defendida por la Dirección General de Carreteras intentando ridiculizar los argumentos contrarios, con un despliegue de fuerzas aue sólo él se podía permitir (acuérdense de la marcha militar con periodistas a punto de infarto), no es la actitud más sensata de un ministro que ha tenido otros rifirrafes que tendrán sin duda un alto coste político.
Si existen, al menos, otras dos alternativas, una defendida por empresarios valencianos y otra por ecologistas, sindicatos y expertos elegidos por él para el Consejo Asesor de Medio Ambiente, estúdiense desde el principio. Cerrar filas en tomo a la única solución que proponen en carreteras, intentando culpabilizar a otros del "retraso" del cierre de la autovía no es la actitud exigible al "ministro del medio ambiente". Ni del de obras públicas.
Una parte importante de los miembros del Consejo Asesor de Medio Ambiente empezamos a estar mosqueados de nuestro papel en, este órgano. No es que nos parezca mal el seminario convocado sobre él problema de la autovía en cuestión. Lo que nos sorprende es el montaje publicitario en un tema menor, que debería haber resuelto ya la cordura y la sensatez, y que no se aborden con la misma generosidad otros problemas mucho más importantes para el medio ambiente. Claro que ello exigiría dotar de medios a un órgano en el que se nos tiene a mucha gente entretenidos, con la más absoluta precariedad.
Los que defendemos que el conjunto de los Cuchillos y las Hoces forman parte de un mismo ecosistema y que además él traza do de la actual N-III debe aprovecharse para cruzar el río a través de la presa de Contreras, esta mos dispuestos a medir nuestros argumentos con quienes ya han descartado esta opcion, que se sale de la lógica de las grandes inversiones y de los parámetros de manual que manejan quienes hablan en nombre de la técnica. Pero ello debe hacerse en igualdad de condiciones y sin la previa beligerancia de quien debe proponer en última instancia la solución al, Consejo de Ministros.
En mí última intervencilón en el Consejo Asesor de Medio Ambiente, le dije al señor Borrell que tiene un ministerio desequilibrado. Por una parte, una Secretaría de Estado de Obras Públicas continuadora de una política de infraestructuras del pasado, que no se toma en serio ni siquiera la dimensión económica de los problemas ambientales. Y por otra, una Secretaría de Estado de Vivienda y Medio Ambiente, dirigida por Cristina Narbona, que ha asimilado rápidamente la complejidad de los problemas de su departamento, pero que carece de medios y de poder para hacer que ese ministerio sea también el de Medio Ambiente. El artículo de esta mujer, publicado por EL PAÍS el 31 de octubre (La exigencia de la acción ambiental) es una síntesis de la problemática ambiental que firmarían muchas organizaciones, defensoras del medio ambiente. Pero el problema de esta Secretaría de Estado es que el moderador, al que reconocemos gran capacidad de trabajo y nos parecía inteligente, bascula cada día más hacia planteamientos desarrollistas puros y duros, en vez de usar su fuerte personalidad para equilibrar un departamento que sigue obsesionado con el baile de millones.
Si Borrell nos llamara hoy a las organizaciones ambientales a unas jornadas de "reflexión" como hizo hace un par de años en Segovia, y nos hiciera de nuevo confidencias sobre su verdadero pensamiento en, tomo a la cultura del automóvil y la infraestructura del transporte, nos daría una gran ocasión de decirle que hay caminos que conducen a la esquizofrenia o que tendremos que seguir pidiendo públicamente un Ministerio de Medio Ambiente. Algo que un ministro de su talento podría haber hecho que olvidáramos, si de verdad creyera que eso de conciliar economía, y ecología es algo más que música celestial o burocracia.
El conflicto de la autovía debe encontrar una solución distinta a la de se pararse unos metros de paraje en conflicto. Será una buena ocasión para comprobar que algunos órganos sirven para algo, sin tener que decirles continua mente que cuando seamos ministros decidiremos. Pues hay algunas decisiones que estamos seguros de que podremos tomar aun que no lleguemos a formar parte del Gobierno.
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