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Infeliz aniversario

Mientras se pavoneaba ante Alicia con la corbata que le habían regalado el rey y la reina por su incumpleaños, Humpty-Dumpty alardeaba igualmente de las ventajas comparativas de una celebración que, a diferencia de la solitaria fecha del natalicio, puede ser festejada durante los 364 días restantes del año. La rígida memoria del calendario también suele conmemorar las desgracias; Mario Conde, al recordar hoy desde una celda de Alcalá-Meco el 28 de diciembre, de 1993 en que Banesto fue intervenido por el Banco de España, tal vez piense que la estrafalaria fórmula multiplicadora inventada por Humpty-Danty a costa de los felices cumpleaños personales debería extenderse a los infelices aniversarios institucionales.La prisión incondicional dictada contra Conde ha llevado a primer plano las eventuales responsabilidades penales subyacentes a la quiebra de una vieja institución financiera en la que habían confiado cuatro millones de depositantes. Los tribunales decidirán en su día si las pruebas aportadas por el ministerio público son suficientes para condenar al inculpado; un principio procesal válido tanto para los directivos de Banesto como para los organizadores de los GAL y otros miles de presos preventivos acusados de delitos contra la propiedad o contra las personas. En cualquier caso, las razones que le aconsejaron al gobernador Rojo hace justo un año su valiente decisión interventora seguirán teniendo validez con independencia del desenlace de la causa criminal en curso. Porque aun siendo cierto que la gestión incompetente y despilfarradora de Conde parece simplemente una tapadera instrumental al servicio de su ilícito enriquecimiento personal, el Banco de España se habría visto forzado a intervenir Banesto incluso si sus administradores hubiesen sido honrados

Tal es la conclusión del dictamen aprobado hace dos semanas por el Congreso con el apoyo de todos los grupos parlamentarios. Durante los días posteriores a la intervención de Banesto, los portavoces de Conde- ahora en silencio- sostuvieron la teoría paranoica de que la decisión del Banco de España carecía de fundamentación técnico-financiera y respondía exclusivamente a motivos de naturaleza política; el ex banquero defendería esa misma tesis en su libro autoexculpatorio titulado El sistema. Pero la comisión parlamentaria, que ha escuchado el testimonio de 44 comparecientes y ha manejado una abundante documentación, demuestra la completa falsedad de esa coartada: sus conclusiones subrayan que el "ejemplar" proceso de intervención de Banesto "afianzó la credibilidad y el prestigio del Banco de España", y estuvo caracterizado por la "transparencia, la celeridad y la eficacia".

El dictamen también desbarata la última barricada argumental levantada contra el Banco de España, supuesto culpable de un imperdonable retraso a la hora de realizar la intervención. Según los comisionados, Banesto se en contraba "básicamente saneado" a 31 de diciembre de 1989; así pues, el trabajo de vaciamiento de la institución por sus administradores fue perpetrado a lo largo de los cuatro años siguientes. ¿Por qué, entonces, la autoridad monetaria aguardó hasta el 28 de diciembre de 1993 para desalojar a Conde de Banesto? Según la comisión parlamentaria, las obligadas actuaciones preventivas de supervisión y control fueron llevadas a cabo por el Banco de España durante este periodo "de forma permanente": si sus servicios de inspección tardaron en descubrir el pastel de Banesto no fue por negligencia, sino por una estrategia dolosamente aplicada por los gestores de la institución para falsear las cuentas, ocultar los datos y obstruir la labor de los inspectores. ¿No sería un despropósito atribuir las responsabilidades de un crimen a los detectives encargados de investigarlo con el peregrino argumento de que les llevó demasiado tiempo reconstruir las pistas borradas por el criminal con toda astucia, esmero y cuidado?

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