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Los políticos progresistas rusos vaticinan que la guerra es el preludio de la dictadura

Una serie de políticos progresistas rusos denunciaron ayer que el país avanza hacia la dictadura y afirmaron que las acciones bélicas en el Cáucaso apuntan más a Rusia que a Chechenia y son el preludio del establecimiento de un Estado policial. El movimiento Rusia Democrática, que en 1990 llevó a la presidencia a Borís Yeltsin, anunció ayer que pasa a la oposición al actual régimen y pidió elecciones presidenciales anticipadas. Todo esto refleja la profunda crisis que el conflicto checheno está creando entre las fuerzas de mocráticas que apoyaban a Yeltsin y que ahora tratan de desmarcarse de la política del presidente.

"Las acciones de las autoridades rusas", que "desencadenaron una guerra" en Chechenia, son "una aventura criminal, que amenaza la paz y la armonía cívica del multinacional pueblo de la Federación Rusa", se dice en la declaración de Rusia Democrática. Según este movimiento liberal, actualmente hay "una nueva situación política que no tiene nada que ver con la democracia" y en Rusia "está en marcha un golpe de Estado".

Mientras tanto, Serguéi Grigoriants -conocido ex disidente que ahora encabeza la Fundación para la Defensa de la Glásnost (transparencia)- aseguró que la "influencia de los órganos secretos rusos aumenta cada día que pasa". Según Grigoriants, este mayor poder quedará próximamente institucionalizado con la creación del Ministerio de Seguridad, que encabezará el general Mijaíl Borsukov, uno de los jefes de la guardia pretoriana del presidente Yeltsin.

Síntomas que "dan miedo"

Los síntomas que han aparecido últimamente "dan miedo", sostienen varios políticos progresistas, entre los que destacan, además de Grigoriants, Konstantín Borovói, presidente del Partido de la Libertad Económica; Yuri Chernichenko, líder del Partido Campesino, y Serguéi Yushenkov, jefe del comité parlamentario de Defensa y dirigente de Opción de Rusia. Estos síntomas alarmantes, según el citado grupo de políticos, son: "La incontrolabilidad del Ejecutivo y de los servicios secretos; los intentos de llevar al la política la violencia y de inculcar en la opinión pública la idea de la necesidad de la violencia, y la aspiración de las estructuras de poder de reintroducir la censura y limitar la libertad de expresión"."Ahora la sociedad se enfrenta a una serie de amenazas que aún no se manifiestan con toda su agudeza: la guerra y el terrorismo; la posibilidad, con este pretexto, de introducir elementos de un régimen policial; la desmoralización y politización del Ejército; la reactivación del enfrentamiento entre las diferentes instancias de poder, y el descrédito de los valores democráticos -diálogo político y reformismo- y, por supuesto, de aquellas fuerzas democráticas que apoyaban al presidente y al Gobierno", advierten los diputados progresistas en un documento hecho público ayer.

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