LA RESTAURACIÓN DE GERARDÍN
"Coman, que mozos son y me huelgo de ver sus buenas ganas", podría decir Gerardo Iglesias imitando al Cabra del Buscón de Quevedo, porque el ex secretario general del Partido Comunista abrió el viernes en Gijón un restaurante llamado La Cerezal, en recuerdo al pueblo donde hace 50 años nació. Aquel minero, que fue picador en el pozo Candín de Hunosa, llegó a secretario general de CC OO de Asturias y más tarde a secretario general del PCE, se ha hecho hostelero. Gerardín decía a Servimedia que ello no responde a ninguna vocación frustrada, sino a que "hay que vivir, y pongo un bar como pude haber puesto una fragua el siglo pasado". No piensa andar entre pucheros, pero "si tengo que ponerme el mandil, me lo pongo, porque si yo me meto en algo, me meto hasta el cuello". Señala el mierense que su negocio no será un centro de reunión política, sino "un lugar tranquilo donde la gente esté a gusto y hable de lo que quiera". Con lo cual hace suya aquella máxima del dueño de un restaurante de Vegadeo que contestaba con "aquí no se cobra la comida, aquí lo que se cobra es el asiento y la conversación", cuando se le preguntaba por qué cobraba a todos los clientes lo mismo, comiesen lo que comiesen. Iglesias ha construido él mismo su restaurante, puesto que ha hecho la albañilería, lo ha pintado, lo ha decorado y aunque reconoce que no es un buen momento para montar un negocio "estoy seguro de que va a funcionar porque es un lugar acogedor y del resto me encargo yo. La calidad y la buena atención es cosa mía". Después de dejar la política, Gerardín volvió a la mina, pero una dolencia en la espalda le obligó a abandonar las profundidades de la tierra; se dedicó entonces a escribir artículos en la prensa regional y a participar en tertulias radiofónicas. Finalmente, decidió abrir La Cerezal en el barrio gijonés de El Coto. El Cabra quevediano también decía aquello de que "todo es salud y otro tanto ingenio".-
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