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Negociación o dictadura y caos

¿Adónde va Argelia? Es éste un interrogante al que debe responderse. Sin embargo, para hacer un bosquejo de la Argelia de mañana es necesario hacer previamente un somero resumen del pasado del país así como de su actual situación.Nuestros antepasados, los hombres libres, los amazigh, ejercieron miles de veces su capacidad de resistencia a las dominaciones extranjeras. Tras la adopción del Islam, esa capacidad se reforzó sustancialmente debido a la adquisición de los valores de esta religión monoteísta, a un sistema de vida justo, equilibrado y tolerante, Convirtiéndose, de este modo, en el cimiento de la sociedad, la religión islámica ha sido un marco de civilización, de emancipación espiritual, cultural, social y científica. Durante siglos, nuestro país fue el paso privilegiado de los produtos culturales y científicos hacia Occidente, especialmente a través de Andalucía y Sicilia. Sin embargo, nuestro pueblo no ha cesado de oponer resistencia a las agresiones, utilizando los valores de su religión y de su auténtico patrimonio para responder a los ataques de otras tentativas de ocupación.

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Las trampas del integrismo
Bibliografía

Tras tantos combates, el pueblo argelino se encontró, una vez alcanzada la independencia, con una realidad muy diferente. La construcción de ese Estado prometido en la histórica declaración del 1 de noviembre de 1954 no se materializó. Fracasó debido a la actuación de los que se apoderaron del poder y de la voluntad popular.

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Tras una unanimidad de fachada, que impidió cualquier posibilidad de confrontación pública de las diferentes opiniones, tanto políticas como culturales, las instituciones públicas se convirtieron en un sistema de redistribución de la renta petrolera entre una nomenklatura político-militar industrial ávida de poder y de riqueza.

El sistema así constituido no podía enfrentarse a los conflictos sin hacer uso de medios agresivos contra la población, como son la represión policial y administrativa. El pueblo, poderoso gracias a la civilización que le sustenta, pasó a la resistencia, a menudo pasiva, pero en ocasiones activa como lo muestran los sucesos de 1980, 1982, 1985 y 1988, que no son más que los episodios más sobresalientes.

Con la llegada del multipartidismo, en 1989, el pueblo argelino no dudó en reconocer el programa político que le devolvería su autenticidad y sus valores y que podría hacer realidad sus esperanzas de construcción de una sociedad justa, moderna, equilibrada y acorde con sus valores. Las masas confirmaron su elección, no sólo mediante las adhesiones masivas y las manifestaciones populares, sino votando al Frente Islámico de Salvación (FIS) en las elecciones de junio de 1990 y de diciembre de 1991.

Desanimados por los resultados positivos de las asambleas locales dirigidas por los miemmbros del FIS que habían sido elegidos en los comicios locales de 1990, y que llevaron a la población a confirmar su opción en el escrutinio legislativo de diciembre 1991, la nomenklatura político-militar-industrial se sintió amenazada en sus intereses personales y de clan, y puso fin al proceso electoral de una manera autoritaria, anticonstitucional y antidemocrática, cerrando de ese modo el camino hacia toda emancipación política y cultural pacífica del pueblo argelino.

Las acciones emprendidas contra el FIS y sus militantes (disolución, procesamientos masivos, ecarcelamientos sin juicio, torturas, asesinatos...) no hicieron más que precipitar al pueblo a una resistencia abierta contra la dictadura militar, auténtico poder tras las instituciones surgidas del golpe de Estado del 11 de febrero de 1992.

Los acontecimientos de los tres últimos años no son más que la materialización de la lucha entre un poder dictatorial, apoyado por una minoría de laicos y comunistas aliados con ciertos intereses extranjeros, decidido a no ceder ni un ápice, y una población deseosa de acceder a la libertad y a la justicia política, social, económica y cultural, ingredientes necesarios para la edificación de una sociedad moderna, próspera, auténtica y acorde con los valores eternos de nuestro pueblo.

Argelia se encuentra, pues, en una encrucijada. ¿Cuáles son las opciones posibles para la sociedad argelina de hoy? No hay más que dos. O bien el régimen corrupto es capaz de mantenerse de una u otra manera. En ese caso será un régimen sin apoyo popular y sin legitimidad y en el que se transgredirá la Constitución cada vez que el poder lo necesite, en el que se decretarán leyes para que los más fuertes se rían de ellas, en el que se cuestionarán las instituciones si los clanes así lo necesitan, en el que la riqueza se distribuirá en las alturas de la pirámide, en el que la pobreza y la exclusión serán el lote de las masas populares. La religión y la cultura estarán sometidas a la estrecha vigilancia de la Administración. Ciertos valores islámicos culturales serán utilizados como decorado para justificar las acciones de esa nomenklatura y la represión de la población. En el plano exterior, tal situación contribuiría a fragilizar aún más la seguridad en la región mediterránea.

O bien, el pueblo dirigido por la clase política representativa acabará con el régimen totalitario. Se abrirá, así, la puerta hacia un Estado de derecho cuya legitimidad emanará de la voluntad popular expresada mediante sufragio universal. Será un Estado erigido en el marco de los principios islámicos. Y su eje será la alternancia en el poder de programas políticos elegidos por la voluntad popular expresada en las urnas. Se garantizarán la libertad y los derechos humanos para todo el mundo y el Estado los protegerá. Es la materialización del Estado argelino prometido en la declaración del 1 de noviembre de 1954. En esas condiciones, el pueblo argelino se consagrará a la construcción de una economía libre y moderna capaz de garantizarle la prosperidad que se puede esperar de un país tan rico como Argelia. Esto permitirá a Argelia recuperar su posición privilegiada en el diálogo y la cooperación entre las civilizaciones occidental e islámica; por lo tanto, ese Estado contribuirá a la prosperidad, estabilidad y seguridad tanto en el Mediterráneo y como en el resto del mundo.

¿Y la famosa tercera vía? La tercera vía es simplemente el caos, por lo tanto se deja al lector la libertad de imaginarse el decorado.

Nosotros consideramos que la solución negociada es la mejor salida para la crisis actual. La única que puede evitar la dictadura y el caos. Sólo la concertación de todas las fuerzas políticas, islámicas y nacionales (partidos y personalidades) y la implicación activa de los partidos políticos representativos son capaces de garantizar una solución que desemboque en un Estado de derecho que respete las libertades políticas y económicas, los derechos humanitarios y el medio ambiente, y promueva la dimensión que como civilización tiene el pueblo musulmán de Argelia.

Rabah Kebir es el presidente del Frente Islámico de Salvación (FIS) en el extranjero.

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