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El fenómeno integrista enfrenta a Egipto y Sudán en la cumbre islámica

Egipto y Sudán se tiraron ayer los trastos a la cabeza pocas horas antes de que concluyera en Casablanca la VII Cumbre de la Organización de la Conferencia Islámica (OCI), a la que asisten más de 2.500 representantes de medio centenar de países musulmanes, y que se había abierto el día anterior con un mensaje del rey Hassan II llamando a la unidad, a la esperanza y a la tolerancia. El incidente tiene como telón de fondo las discusiones en tomo al Código de Conducta, que encierra una declaración contra el integrismo radical violento.

El origen del conflicto surgió el martes por la noche cuando el presidente egipcio, Hosni Mubarak, en nombre de su país y del mundo árabe, tomó la palabra en la sesión de apertura de la reunión de Casablanca para fustigar con ira a "los Estados islámicos que se desvían de la buena vía y se lanzan a conflictos destructores contra hermanos" e "interfieren en los asuntos internos de otros países, atentando contra la seguridad y la estabilidad" con el fin de "propagar diferencias confesionales en el seno de la comunidad islámica unificada".Este largo circunloquio de Mubarak fue interpretado por su colega sudanés, el general Omar Hassan Al Bachir, representante de un régimen integrista militar, como un ataque frontal contra su país y como una acusación abierta por el apoyo que Jartúm está proporcionando a los integristas islámicos especialmente activos en Egipto, Túnez y Argelia. A renglón seguido, el presidente sudanés tomó la determinación de abandonar los trabajos de la cumbre islámica. Ayer no acudió a la cita.

La salida del presidente general sudanés es un reflejo claro de las serias discrepancias que existen en el mundo árabe con respecto al tema del integrismo.

Pero, sobre todo, la salida del dirigente sudanés tenía como objetivo inmediato boicotear y hacer naufragar la aprobación de un Código de Conducta con respecto al integrismo violento. Un proyecto que había venido siendo impulsado por países como Argelia, Turquía y Egipto.

La maniobra política del eje formado por los países antiintegristas culminó con éxito, según se desprende de la resolución final, en la que se condena provisionalmente el terrorismo y se aprueba el Código de Conducta.

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