Estadística creíble

TRES MINISTROS del Gobierno han cuestionado recientemente la fiabilidad de los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). El de Obras Públicas, José Borrell, discutió la incidencia del aumento de las tarifas telefónicas en el índice de precios al consumo (IPC) el de Comercio, Javier Gómez-Navarro, discrepé de los datos sobre la caída del consumo en las grandes superficies durante el mes de octubre; el de Trabajo, José Antonio Griñán, puso en duda los resultados sobre el paro de la Encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre del año.La historia del INE está llena de este tipo de discrepancias, consecuencia. en parte de las deficiencias de los métodos estadísticos empleados, pero también, a veces, de la resistencia de los gobernantes a admitir los datos de la realidad que contradicen su discurso. Los datos de la EPA, por ejemplo, son discutibles desde diferentes puntos de vista; pero fue el Gobierno el que en su día -cuando eran más favorables que los del Inem- los consideró más fiables que otras mediciones. Y aunque efectivamente no recojan la realidad de la economía sumergida, la metodología es similar a la empleada en otros países. Los expertos consideran que lo importante en esta encuesta no es tanto la cifra global como la tendencia: si aumenta, disminuye o se mantiene la tasa de parados.

Pero son muchas cosas, y muy importantes, las que dependen de la exactitud de las estimaciones del INE. Y aunque se admite en general que sus sistemas han mejorado mucho en los últimos años, su fiabilidad es todavía escasa. El semanario The Economist, por ejemplo, consideraba hace poco al sistema estadístico español entre los más caros y menos fiables de los analizados en los 13 países más desarrollados del mundo. Sea exagerado o no, lo que resulta insólito es que nada menos que tres ministros del área económica cuestionen los métodos del INE y no tome el Ejecutivo las medidas imprescindibles para subsanar ese retraso.