El fiscal pide la inhabilitación de un juez que mantuvo a una mujer presa tras absolverla
El juez, suspendido cautelarmente, tiene más de 100 casos pendientes de sentencia
El juez José Miquel López sigue sin poder juzgar porque no ha sido juzgado. Suspendido cautelarmente de sus funciones en el Juzgado de lo Penal número 6 de Barcelona por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, por un presunto delito de detención ilegal al retrasar la libertad de María del Carmen Najar Peralta que él mismo había absuelto, ayer debía ser juzgado. El juicio se suspendió -el nuevo está fijado para el 12 de enero- porque los abogados defensores solicitaron al tribunal una nueva prueba pericial médica del magistrado. El fiscal solicita para el juez tres años de inhabilitación y una multa de 50.000 pesetas.María del Carmen Najar fue juzgada, por el procedimiento de juicio rápido, el 11 de enero de este año por un delito de tráfico de drogas y absuelta por el juez Miquel, que no dictó la sentencia absolutoria al menos hasta el 19 de abril, según el fiscal. La notificación de la sentencia se produjo el 25 de abril, aunque la resolución llevaba fecha del mismo día del juicio. El 27 de abril, María del Carmen salió de la prisión después de haber presentado un recurso de habeas corpus.
"En la cárcel me decían que todo era normal, hasta que el capellán me abrió los ojos", explicaba ayer María del Carmen, de 29 años, en los pasillos de la Audiencia de Barcelona. "Yo sólo quiero que se haga justicia porque le puede pasar lo mismo a otros. Que retiren al juez del cargo porque no somos papeles sino personas", añadió, mientras miraba con agradecimiento a su abogado, que aceptó el caso después de que otros letrados lo rechazaran por "tratarse de un juez", y que el de oficio se olvidara de ella.
La ayuda de su esposa
Separados por una esquina, sin mirarse, se encontraba el juez Miquel, de 63 años, que accedió a la magistratura a través del turno de juristas de reconocido prestigio, y María del Carmen Najar Peralta. Miquel, sentado en un banco y sin articular palabra, estaba protegido por su esposa, que se ensañó con los periodistas. "El día que digan la verdad y no manipulen las noticias podrán hacer fotos a mi marido. Lo quieren sacar ustedes retorcido".
Sus abogados le echaron ayer un capote al suspender el juicio, después de solicitar una nueva prueba pericial médica, porque la practicada por el forense Medina Viciosa nos les pareció correcta.
Antes de ser suspendido, el magistrado celebraba juicios, pero según advirtió una inspección, se limitaba a dictar las sentencias en los casos que el inculpado estaba en prisión. Poco después se descubrió que en su juzgado hay 100 juicios sin sentencia y que deberán repetirse las vistas.
El problema se puede agravar si el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, cuando juzgue al magistrado Miquel, considera que sufre trastornos psíquicos. En esas condiciones, puede ocurrir que los casos que pasaron por su juzgado durante más de dos años sean revisados si lo solicitan los afectados.
De esta posibilidad se libran las sentencias contra las que, por disconformidad de las partes, se recurrió ante la Audiencia. De esta forma, un tribunal superior pudo arreglar, por la vía del recurso, sentencias irregulares que Miquel dictó, como una de lesiones en la que el juez resolvió condenar al denunciante de haber sufrido golpes.
Otro caso protagonizado por el juez Miquel al frente del Juzgado de lo Penal número 6 de Barcelona fue cuando impuso penas superiores a las pedidas por el fiscal para los responsables del hospital del Valle de Hebrón de Barcelona por no efectuar las pruebas del sida en las donaciones de sangre.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.