Somos la solución
La Asamblea de IU ha preferido aparcar algunos de los asuntos más importantes, como la fusión de las corrientes que forman la coalición; la superación de las siglas del PCE, Partido Comunista de España, todavía córpore insepulto, aunque inmobiliariamente próspero; los criterios para las alianzas subsiguientes a los resultados que salgan de las elecciones regionales y municipales del 28 de mayo; o la definición de las líneas de esa Europa del agua de azahar, alternativa de Anguita a la que salió del Tratado de Maastricht.Las sesiones del Palacio de Congresos se han dedicado con provecho a la edificación del liderazgo de Anguita y a la elección del enemigo prioritario, que ha recaído en el PSOE. La formación de González llevaba casi todas las papeletas, teniendo en cuenta que a sus desastres propios suma también la condición de competidor en el mismo circuito de la izquierda. Por eso, sin atender las advertencias de Diego López Garrido, la hueste de Anguita se declara gustosa de ser la primera fuerza, de izquierda, incluso si el precio a pagar fuera ver al PP convertido en la primera fuerza de la sociedad.
El líder, ya indiscutido, de IU está harto del maltrato con el que le distingue González y paladea las cordialidades y confituras que le prodiga Aznar. Razón de más para que el califa rechace cumplir con esa máxima de la abyecta sumisión a tenor de la cual "hay que adoptar como propios los odios ajenos". Nadie va a imponer a IU que se antagonice con el PP, más aún cuando el coordinador triunfante comparte con los populares asesoramientos mundiales, en cuyas páginas se destilan elogios a los planes de repoblación forestal al tiempo que se resalta cómo "la intensa corriente de simpatía y entendimiento que últimamente se ha creado entre el jefe del Estado y Anguita es el augurio de una España definitivamente liberada de clichés, tópicos y prejuicios".
Eso sí, vistas la proclamaciones respecto a la forma de Estado, formuladas por la Asamblea de IU, queda la incógnita de si esa liberación augurada incluirá el amanecer de la III República en España, donde ya cuenta con apoyos tan decisivos como, los activados en torno al libro de García Trevijano. ¿Se estará fraguando ahora una nueva mayoría natural y además tricolor entre IU y PP? ¿Cabe esperar de ese idilio entre los líderes conservador y comunista que se proceda a aliviar la reforma laboral urdida entre PSOE y CiU, transgresora de los principios nacionalsindicalistas recordados en su libro por Girón de Velasco?
Pero lo grave sería que los equipos de Aznar y de Anguita, cualesquiera que sean sus coincidencias y discrepancias programáticas o temperamentales, desertaran de la iniciativa que hasta hace unas semanas sostenían en todos los frentes de la vida política y económica. Ojalá que, pese a los pronósticos triunfales de las últimas encuestas de encargo, las formaciones del PP e IU eviten el atajo de proponerse a sí mismas como si fueran, sin más, la solución de y para todo.
Hay que impedir que, sea la crisis de Iberia, el déficit público, el índice de precios al consumo, los insumisos o el seguro de paro, cualquier pretensión de obtener -del PP o IU- detalles sobre las soluciones se considere impertinente, mientras los dirigentes repiten incansables que ellos son la solución. Porque, llegados a este punto, las formaciones políticas esperan y agradecen del interlocutor la adhesión de la fe para que les sigan acompañando o indican al infiel que acampe en las tinieblas exteriores, reservadas a los incrédulos, y se atenga a las consecuencias.
Recuérdese cómo estaba la temperatura ambiente de aquella Pascua del año 33 en Jerusalén y qué presagios gravitaban en la sobremesa de la última cena, para ponderar mejor el diálogo transcrito en el evangelio de Juan, capítulo 14. Así cabe imaginar qué estado de perplejidad invadiría aquella sala, después de las palabras del Maestro ("Cuando yo me haya ido y os haya preparado el lugar, de nuevo volveré y os tomaré conmigo, para que donde yo estoy estéis también vosotros. Pues, para donde yo voy, vosotros conocéis el camino"). Fue entonces cuando Tomás, amante de las comprobaciones, lanzó su réplica y terminó preguntando desconcertado: "No sabemos adónde vas, ¿cómo, pues, podemos saber el camino?". Inmediata vino la aclaración y "Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida: nadie viene al Padre sino por mí". Pues así nos quieren los líderes políticos.
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