Pasarlo bomba
Algún preclaro se ha alarmado. Rusia vuelve a amenazar a Occidente. ¿Por qué? Porque Washington ha dado una nueva vuelta política de tirabuzón, triple salto mortal con el público, es decir, Europa, no ya de red, sino de potenciales víctimas de su más que probable falta de equilibrio.Y ahora, en Budapest, en la cumbre de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE), dice Clinton que ningún tercero podrá vetar el ingreso en la OTAN de algún país, en referencia a los centroeuropeos Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia. ¡Cómo que no! Lo hizo Rusia hace ocho meses, y la OTAN se envainó la propuesta de ampliación encarecidamente solicitada por todos los países afectados.
Clinton parece querer jugar al duro ahora junto al Danubio. Una semana después de que toda su pretendida política hacia los Balcanes se desmoronara ante la banda de caudillos serbobosnios y el gran hacedor de los tiempos políticos que conducen hacia la Gran Serbia, Slobodan Milosevic.
Algún preclaro se alarma ya mucho. La OTAN se resquebraja, y el que diga lo contrario sabe que miente. Al principio, el elemento definitivo fue la histórica desconfianza de Londres y París hacia una Alemania crecida. Pesó más una alianza bélica de tiempos pasados con Serbia que todos los vínculos de europeísmo democrático labrados a lo largo de cinco décadas. La hostilidad británica hacia la nueva Alemania y Bosnia lograron romper también la más sólida relación transatlántica jamás habida, la special relationship entre Londres y Washington.
Después, Francia vio la ocasión de cumplir con el sueño del capitán de corbeta naufragada: ser gran capitán de un buque europeo. Para ello, el aspirante a cabeza de ratón tiene que acabar con el león. Y así ha sido desde 1949 la OTAN.
Así las cosas en el tenderete político de mediados de los noventa, no le debería extrañar a nadie en la Alianza Atlántica que Rusia pase de socio cooperativo y solícito a matón, cuando ya se aceptó su veto al pleno ingreso de los países centroeuropeos en la OTAN y se inventó la Asociación para la Paz. Cuando se ha permitido -y posiblemente se sancione en la cumbre de la CSCE en Budapest-, que Rusia y sus tropas impongan a sangre y fuego, fraguando y armando golpes de Estado y revueltas de todo tipo, la liquidación de soberanías recién estrenadas en el territorio de la antigua URSS.
Tienen suerte -relativa, a la vista de la actual Administración- los países bálticos de que cuenten con la garantía de seguridad de Estados Unidos y no de la OTAN. Porque esta Alianza se ha visto arrastrada en Bosnia por la ONU a la sima de la falta de credibilidad. Y esto en la lucha contra una caterva de bandoleros, que no contra el pueblo serbio en general. ¿A quién va a asustar -disuadir- ahora? Las declaraciones de la ONU no se las cree ya -quizá menos que nadie- un párroco de Somalia. A la OTAN le empieza a pasar lo mismo. El secuestro de un capitán español en Banja Luka y todos los secuestros de cascos azules pertenecientes a países de la OTAN demuestran que la falta de respeto a nuestro, escudo defensivo es ya de vergüenza propia y ajena.
El pilar europeo de defensa, llámese UEO o como sea, no es sino una entelequia. Y finalmente la CSCE, ese foro de buenas intenciones y declaraciones altisonantes, pero tan alejadas de todo realismo que sólo pueden ser producto de la miopía o de la hipocresía, es un organismo tan inoperante que sólo su convocatoria es un insulto a la inteligencia. Conclusión: lo vamos a pasar -nunca mejor dicho- bomba.
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