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Vacas fotocopiadas en la cárcel

Veinte artistas crean obras de vanguardia en la prisión de Carabanchel

Joseba Elola

Convertir la cárcel de Carabanchel en un foro de arte de vanguardia no es cosa fácil. Hay que vencer la incomprensión de los que fruncen el ceño cuando oyen la palabra performance, de los que te toman por loco si intentas convencerles de que fotocopiar una vaca es arte. Pero la veintena de artistas que participan en el Proyecto Intermedio, tienen claro que lo importante es ponerse manos a la obra para convencer a unos y a otros. Ayer se puso en marcha esta iniciativa que trae a la cárcel de Carabanchel, durante una semana, a artistas con vocación para lo experimental.En una sala de la prisión se .reunieron ayer por la mañana los artistas con representantes de los presos para organizarse para una semana de actividad cultural. La cosa arrancó con reflexiones profundas, por parte de los organizadores del proyecto, acerca de "el arte en territorios segregados y excluidos". Un discurso un tanto barroco para Gregorio, un preso de unos treinta años de edad: "No sé qué pintamos en algo tan formal", comentaba a la salida de la reunión, "supongo que seguiremos haciendo lo de siempre en los talleres, sólo que nos filinarán".Y es que vencer el escepticismo ante este tipo de iniciativas, cuesta. Rafael Torres, un hombre que lleva cuatro años impulsando proyectos como éste en cárceles españolas, tuvo que bregar con el director de la prisión de El Dueso, para que un artista pudiera fotocopiar una vaca. "Lo peor es que cuanto más lo explicas, mayor es la perplejidad del que te escucha" dice. Sin embargo, en la cárcel de Carabanchel ha encontrado todo tipo de facilidades para el Proyecto Intermedio.

El rodaje de siete cuentos en formato de vídeo ya se puso en marcha ayer. Rafael Lamata y Jaime Vallaurre pasaron la mañana con los presos, intercambiandck ideas. "Al entrar aquí, te replanteas todo tu proyecto artístico de arriba abajo", comenta Vallaurre. Para rodar La gallina, un cuento de García Lorca, necesitan una mujer. Tienen tres opciones: "Traer una de fuera, disfrazar a un preso o utilizar a alguno de los travestidos". Y el rodaje de Laparábola, un cuento zen, ya se ha enriquecido con el paso por la prisión. Utilizarán el lenguaje que usan los presos, desde detrás de los barrotes, para comunicarse con las presas de la cárcel de mujeres de enfrente. "Con un calcetín blanco o con un bote de yogur", explica Julio, un preso que coordina el taller de vídeo, "escribes en el aire las letras al revés y ellas lo leen a distancia. Hay presos que han empezado mandándose mensajes con este código, han seguido escribiéndose cartas y han acabado casándose", cuenta. Rafael Torres confía en vencer pronto la perplejidad de unos y de otros. "Es que nosotros no venimos a impartir enseñanzas a la cárcel, venimos a crear una obra y buscamos la sorpresa mutua, la del artista que viene de fuera y la del preso al que invitan a participar". Los artistas permanecerán. durante toda esta semana en la cárcel con sus obras. Miguel Copón ya comenzó ayer a construir su Jaula provisional para mirones y Cuco Suárez ha venido desde Asturias para colaborar en el proyecto y trasladarlo a la cárcel de Villabona. "La sensación de estar trabajando aquí es muy fuerte", comenta Rafael Lamata, "sientes la presión de la cárcel y eso desgasta. Pero el proceso de montar la obra es lo realmente enriquecedor, mucho más que el resultado final".

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Sobre la firma

Joseba Elola
Es el responsable del suplemento 'Ideas', espacio de pensamiento, análisis y debate de EL PAÍS, desde 2018. Anteriormente, de 2015 a 2018, se centró, como redactor, en publicar historias sobre el impacto de las nuevas tecnologías en la sociedad, así como entrevistas y reportajes relacionados con temas culturales para 'Ideas' y 'El País Semanal'.

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