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Los contrarios a la ley de extranjería suiza vigilarán el sesgo xenófobo

Los resultados del referéndum del domingo en Suiza en el que casi el 73% de los suizos ha aceptado las medidas de represión que promulga la nueva ley de extranjería no han sorprendido a casi nadie. Nacida para luchar contra los traficantes de droga y los delincuentes extranjeros, esta ley va a afectar también a los demandantes de asilo que no tengan todos los papeles necesarios y a los trabajadores clandestinos. Ahora, el principal objetivo de quienes votaron no es vigilar que la aplicación de la ley respete los derechos humanos y no se convierta en un instrumento arbitrario que condene a extranjeros inocentes.Aunque no ha habido ni un solo cantón que haya votado en contra de la ley, las diferencias entre alemanes y franceses han vuelto a surgir. Ginebra, Jura y Neuchátel han registrado el mayor número de no mientras que Appenzel Rhodas interior, Saint Gall y Zúrich, fueron los campeónes del sí.

Los primeros en reaccionar a esta ley han sido los miembros de la Federación Suiza de Comunidades Israelitas que han hecho saber su intención de "fórmar parte de la instancia encargada de vigilar la aplicación de las medidas". Y es que los opositores, que consideran está ley "inútil", han prometido crear desde el proximo año cuando entre en vi gor, un árgano de vigilancia para que sólo se aplique contra los traficantes de droga y las perso nas que contravienen el derecho de asilo.

Jean-Michel Dolivo, miembro del comité que ha combatido el referéndum, ha comunicado que recurrirán al Tribunal Europeo de Derechos Humanos si es necesarío. "Vigilaremos que los cantones separen a los extranjeros en situación irregular de los delincuentes penales", dice. Por su parte, un equipo de juristas de la capital, encabezados por Werner Spirig se prepara para llevar ciertos casos ante la misma Corte, para verificar si las medidas represivas se ajustan a la convención europea en la materia.

Entre la prensa ginebrina, el diario Le Courrier, cristiano de izquierda, fuertemente comprometido con la campaña en contra de la ley, encabeza su editorial con un lacónico "¡La vergüenza!". Según el periódico, estos resultados no hacen si no legitimizar la deriva fundamental" que aqueja a la sociedad suiza desde hace años y culpa a las comunidades religiosas" que se estiman en general portadoras de una visión moral de la sociedad" de no haber combatido estas nuevas medidas que introduce la ley y, en algunos casos, hasta de apoyarlas. Concluye con un llamamiento a la movilización: "Hay que organizar la resistencia".

Por su parte, Roger de Diesbach, editorialista del influyente Le Journal de Genéve, dice que "había razones para aceptar o rechazar" la nueva ley pero "lo trágico en la arrolladora respuesta a favor, es que los argumentos éticos y morales apenas han contado". Y añade: "El recuerdo de los patinazos de los ficheros federales dicen demasiado sobre la moderación de la policía cuando se le dan nuevas armas".

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