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En las garras de Oliva

El oficio de los abogados, como suele decirse de los políticos, hace extraños compañeros de cama. En particular, cuando se trata de penalistas, las paradojas parecen incluso más evidentes. El respetable Gonzalo Rodríguez Mourullo, asesor externo del Banco de España, y abogado de Rubio en el caso Ibercorp, es también defensor de Javier de la Rosa en la querella que llevan adelante contra el financiero por presuntos delitos cometidos en Gran Tibidabo, en nombre de KIO-Grupo Torras, un equipo de juristas entre los que se hallan José María Stampa Braun, que defendió en su día a Antonio de la Rosa, padre de JR, en el escándalo de la Zona Franca de Barcelona, y los penalistas Manuel Cobo del Rosal y Miguel Bajo, quien a su vez defiente a Carlos Sotos en el "affaire" PSV. Ahora se agrega a esta somera lista la contratación del catedrático Horacio Oliva, defensor de los socialistas del "caso Filesa", por uno de los querellados en el "caso Banesto": el ex director general y "alter ego" clónico de Conde: Fernando Garro. El abogado Mariano Gómez de Liaño siempre ha sido fiel a su cliente y socio, Mario Conde. Incluso por esa amistad ha aceptado defender en otras ocasiones a algunas personas, como es el caso de Arturo Romaní, ex consejero, ex vicepresidente de Banesto. Pero Gómez de Liaño nunca ha ocultado, entre sus colaboradores de asesores en Derecho y ante Conde, su antipatía por FernandoGarro.

La relación personal entre Garro y Conde, según testimonios fidedignos, no ha sufrido ningún deterioro importante más allá de las tensiones lógicas derivadas de la situación por la que atraviesan uno y otro desde la intervención de Banesto. Garro sigue siendo un asiduo de las casas y fincas de Conde y ha participado recientemente en una montería con el ex banquero. Fuentes próximas a uno y otro estiman que la decisión de contratar a Horacio Oliva ha sido adoptada de común acuerdo entre Conde y Garro, con el beneplácito de Gómez de Liaño, en el marco de una coordinación procesal. Tanto Conde como Garro están envueltos en Publitax, la empresa fantasma a la que se pagaron dos facturas en 1991, al parecer falsas, de 22.400.000 pesetas cada una, mediante el fraccionamiento de la cantidad total en 38 talones, tarea que realizó Banesto en Barcelona, a cargo de José María Xercavins. Garro, que fue uno de los firmantes de la factura, dijo al juez Moreiras, que le citó a declarar ya en octubre de 1993, dijo que había obedecido órdenes superiores. Se da la circunstancia que a partir de 1989, Garro, entonces director general de Servicios, era el secretario coordinador del comité que autorizaba los pagos en Banesto. Pero la declaración de Garro tenía un punto grave: el presidente del citado comité era nadie menos que Conde. Y cuando éste último fue citado a declarar como inculpado por Moreiras, el 11 de abril pasado, explicó que no descendía a detalles como el de las citadas facturas. Su "alter ego" quedó, pues, inerme. Tanto por esta historia como por el papel que Garro siempre ha cumplido en Banesto de hombre al servicio de "mi amigo-presidente" o "presidente-amigo", como solía referirse a Conde, se entiende que ambos hayan decidido acudir a otro abogado, como es el caso de Oliva. La querella en curso contra ellos y otros ocho administradores puede, en su momento, exigir una defensa muy personal de las actuaciones. Según fuentes bien informadas, Garro es acusado por la Fiscalía en una operación concreta de compraventa de locales comerciales en la que se han evaporado más de 1.000 millones de pesetas. Hay un par de ironías en la contratación de Oliva, penalista de gran prestigio. La primera: Oliva es ya un experto en el asunto de facturas falsas habida cuenta de que, como se ha apuntado, es uno de los primeros espadas del equipo jurídico que defiende a los parlamentarios del PSOE en el "caso Filesa". Y la segunda: Conde y Garro se han hartado explicar la intervención de Banesto como una operación política. No deja de tener gracia que Garro, con el apoyo' de Conde, haya acudido al abogado de los socialistas que montaron Filesa.

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